Panes, chicharrones, asaditos, entre muchos otros productos se pueden encontrar en este centro. Los vendedores ofrecen productos de los valles cruceños y cochabambinos. Mantienen las tradiciones

13 de septiembre de 2022, 4:00 AM
13 de septiembre de 2022, 4:00 AM


El mercado Siete Calles es uno de los centros de abasto más emblemáticos de la ciudad, principalmente por su oferta de productos traídos desde los valles, tanto cruceños como cochabambinos. Ubicado en el centro cruceño, este sitio también revela algunas carencias como la necesidad de una mejor infraestructura.

Según los comerciantes, el mercado cobró notoriedad a partir de 1950, cuando gente procedente de Cochabamba y Vallegrande se asentó en las calles de la zona para comercializar sus productos. 

Isaura (57), hija de doña Romelia Quiroz, contó que su madre traía desde Vallegrande tamales, chicharrones, asadito, entre otros productos, que se preparaban con la receta tradicional y los implementos de la época. “Era todo un afán, pero a la gente le gustaba y compraba”, indicó. 

La mujer que heredó el negocio y la sazón de doña Romelia cuenta que no ha sido fácil mantener las costumbres y tradiciones de los valles en la ciudad. “Ante todo está la clientela y hacemos hasta lo imposible por seguir trayendo algunos productos y otros los preparamos con el mismo cariño que lo hacía mi mamá”, afirmó Isaura, que comparte el puesto de venta con otras tres familias, con las que se alterna para vender los famosos asaditos y chicharrones sobre la calle Vallegrande. 

Al lado de ese puesto está el de doña Zulema Montaño, que lleva casi 30 años vendiendo refrescos. El negocio que heredó de su madre ha variado con el paso del tiempo, pero manteniendo la misma calidez y amabilidad para atender a los clientes.
A la vuelta de la esquina, sobre la calle Camiri, está Fanny Tapia, que es conocida como choquita. También heredó su puesto de venta de pan vallegrandino.

 “Mi mamá (Eustabina Espinoza) empezó a vender hace unos 40 años y desde entonces no hemos parado. Antes se preparaba y horneaba los panes en horno de barro, pero ahora lo hacemos en uno industrial. Sin embargo, mantenemos la receta y el sabor desde hace décadas”, afirmó.

Agregó que desde muy niña acompañó en el trabajo a sus padres, porque mientras su madre vendía, su papá se encargaba de la preparación y de calentar el horno. 

“Se trabaja mucho, pero también se progresa, es cuestión de esfuerzo”, remarcó la ventera que atiende desde las 06:00 hasta las 20:00.

Fiel a lo tradicional
Ya dentro del mercadito está doña Norma Torrico que, con su olla de tojorí y baldes de tujuré se encarga de garantizar un desayuno saludable. 

“Yo conocí este oficio a través de mi madre (Julia Torrico), que hace unos 50 años comenzó la venta de tujuré y cuajadilla en una esquina de la calle Vallegrande.

 Ella era conocidísima, preparaba todo a leña, en fogón y lo traía en tinajas. Por eso, ante de morir, me pidió que yo siga con el negocio”, manifestó Norma.

Ella, al igual que su mamá, también prepara el tojorí y el tujuré a leña. “Porque hay que respetar las tradiciones, costumbres y el sabor de estos alimentos típicos. No es lo mismo cocinarlos a gas, no tiene ese aroma del humo, además de que cuesta más”, afirmó la vendedora, que ofrece también empanadas fritas con queso.
Añade que, en cuestión de comida, el mercado Siete Calles es muy conocido, porque intenta mantener y destacar los sabores de la cocina tradicional.

 “Aquella comida sencilla, sin muchos condimentos y con el aroma de hogar, de casa, de pueblo”, aseveró.

Necesidades
Los comerciantes de este centro de abastecimiento se quejan por la falta de atención de las autoridades, puesto que las instalaciones están deterioradas y, aunque en anteriores gestiones se anunció que se harían remodelaciones, hasta la fecha, no se han realizado mejoras.