22 de mayo de 2023, 4:00 AM
22 de mayo de 2023, 4:00 AM


Una estela de denuncias de abusos sexuales cometidos por parte de algunos sacerdotes católicos ha sacudido al país en las últimas semanas. Se trata de crímenes horrorosos en los que las víctimas han sido niños, adolescentes y jóvenes de ambos sexos. Los perpetradores utilizaron el poder que les daba la confianza de la comunidad para satisfacer sus instintos a costa de la destrucción de decenas de vidas.

Hasta el momento se sabe que los abusos tienen larga data, ya que hay denuncias desde la década de los 60 hasta la fecha. Algunos de ellos ya eran investigados, otros merecieron alguna sanción en el marco de la estructura sacerdotal, pero sin duda hay una deuda de verdad y de reparación de las vidas que fueron destruidas por esto.

Los abusos fueron cometidos por malos sacerdotes. ¿Cuántos? Todavía no se puede cerrar una cifra, porque siguen las denuncias. No obstante, hay que convenir que no es correcto hacer generalizaciones y tachar a la institución de la Iglesia católica por los delitos que cometieron algunos de sus miembros. Tampoco se puede desconocer que el catolicismo ha encarado obras de gran ayuda en el ámbito social, atendiendo a comunidades olvidadas y desatendidas históricamente por el Estado y que eso la consolida como una institución fundamental de la sociedad civil.

Según últimas encuestas, conocidas antes de este escándalo, la Iglesia católica era la institución más creíble y con mejor imagen del país. En los momentos de crisis política y social de Bolivia (por ejemplo, noviembre y diciembre de 2019), los representantes del catolicismo contribuyeron a buscar la solución, precisamente por la credibilidad de la que ha gozado.

Es por esa razón que urge que todos los abusos sean conocidos y que los responsables de haberlos cometido sean castigados con todo el peso de la ley. En esto es fundamental que las congregaciones religiosas aludidas contribuyan a las investigaciones, porque la transparencia es esencial en circunstancias como esta. 

Hay que reconocer que, aparte de los sacerdotes que cometieron los abusos, hay víctimas que denuncian que hubo encubrimiento y éste debe ser sancionado también de manera drástica, porque nada justifica que se hubiera mellado la vida de inocentes.

En el diario del sacerdote Pedrajas, donde revela los abusos que cometió, él también explica que informó de estos hechos a sus superiores. Y en algunos casos se dice que no fueron denunciados porque estaban bajo el secreto de confesión, lo que abre una interrogante: ¿hasta dónde se puede mantener un secreto si quien confiesa cometió delitos? La duda está sobre el tapete y merece un profundo debate. 

No obstante, el caso no debe ser manipulado políticamente por nadie. La relación entre los gobiernos del Movimiento Al Socialismo y la Conferencia Episcopal no se ha caracterizado por ser cordial, por lo que flota en el aire el temor de que este partido político utilice el poder para aplastar a una de las voces que cuestiona y critica la falta de políticas sociales o la confrontación política que hay en el país. Sin embargo, en un caso tan sensible como en el de los abusos, la comunidad católica y la ciudadanía en general quieren la verdad, a través de un proceso de investigación serio, transparente y objetivo.

Tras el destape del horror, Bolivia necesita responsabilidad para que se aplique la justicia, de manera que no haya abusos de poder ni impunidad.