Opinión

No nos olvidemos del totaí

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4 de marzo de 2020, 3:00 AM
4 de marzo de 2020, 3:00 AM

Hace algo más de un año publiqué por este medio un artículo relacionado con un maravilloso y emblemático recurso con que la providencia benefició a Bolivia especialmente al departamento de Santa Cruz. 

Nativa desde el sur de México hasta el norte de Argentina la palmera del totaí presenta dos especies en el centro de Sudamérica, en Argentina y Paraguay predomina la especie Acrocomia totai y la cultivada entre otras cosas para biodiesel en Brasil corresponde a la especie A. aculeata al igual que en la zona chiquitana, y central del departamento de Santa Cruz. En el departamento de Beni en llanuras inundables temporalmente es relativamente abundante la especie junto a Caranday o Palma blanca (Copernicia alba).

Todo lo expuesto y comentado en el artículo publicado hace un año queda confirmado por estudios de campo realizados por cinco años por la Fauba (Facultad de Agronomía de la U. de Buenos Aires) y dados a conocer a través de revistas y medios electrónicos. 

Los académicos argentinos plantean la urgencia del aprovechamiento y desarrollo del cultivo de la palmera con el sólido argumento “de que aquí a 30 años, las compañías aéreas podrían demandar 400 millones de toneladas anuales de aceite para fabricar Biojet. Sucede que las empresas aéreas se comprometieron a disminuir su huella de carbono ante el cambio climático y para ello, entre otras estrategias, prevén utilizar bioenergías. Para cubrir esta demanda, que casi duplica la oferta mundial actual, Argentina, Brasil y Paraguay podrían alentar la producción de una palmera nativa de alto valor aceitero”. Del totaí de Bolivia ni una mención ya que la facultad de Ciencias Agrícolas de la Uagrm se debate desde hace un par de años en un marasmo donde la politiquería ordinaria predomina sobre la académica. Trabajamos para dar a conocer esta situación a la comunidad.

Mientras tanto la Fauba avanza en un proyecto para impulsar la plantación de la palmera de totaí en las provincias del noreste argentino, cuyo fruto permitiría obtener 5.000 litros de aceite por hectárea una cifra nada despreciable comparado con los 500 litros que se obtienen en la misma superficie con la soja, el principal cultivo oleaginoso de Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia. En Brasil ya tienen al menos 12.000 hectáreas cultivadas por entrar en producción. 

El profesor de cultivos industriales de la facultad porteña Ing. Agr. Diego Wassner afirma que si se suman todos los aceites que se producen en el mundo, llegamos a unas 200 millones de toneladas, un número que sigue siendo lejano a los 400 millones que demandaría la aviación en los próximos 30 años. “Por eso pensamos que deberíamos desarrollar otros cultivos, y el totaí podría ser una alternativa interesante por su enorme potencial aceitero”, dijo el investigador de la Fauba. 

El proyecto supera incluso la elaboración de los biocombustibles, porque con las semillas también se produce otro aceite que se emplea en la industria de cosméticos. En Paraguay aprovechan palmares naturales desde hace 60 años y cuentan con una industria que procesa el fruto para obtener el aceite de los frutos mientras que aquí en Bolivia, especialmente en Santa Cruz los supermercados ofrecen masivamente jabones de “coco” (totaí) paraguayos. 

Además, como consecuencia de la extracción del aceite de sus frutos, quedan como subproductos dos tipos de harina, con características similares a las de maíz y soya y un residuo del endocarpio negro y muy duro con alto valor calórico ideal para generar la energía necesaria para el procesamiento de la fruta, es decir que el mismo totaí ofrece lo necesario para completar todo el proceso de su aprovechamiento con cero desperdicio.

A esta apuesta regional que involucra a Argentina, Brasil y Paraguay, debemos incluirnos por ejemplo mediante programas de cuantificación de los totaizales naturales y espontáneos, el mejoramiento genético, el desarrollo de tecnología de manejo agronómico y una rigurosa evaluación de su factibilidad económica.

Esta palmera nativa podría incorporarse a la producción en sistemas silvopastoriles, ayudando a reducir el impacto del desmonte, aumentando el rendimiento de las pasturas y mejorando la situación económica de la pequeña ganadería o aprovechamientos familiares ayudando a la recuperación ambiental y enriqueciendo pasturas en zonas que se desmontaron para ganadería. Esto significa que el productor podría seguir trabajando con sus animales y a su vez tener un producto más, con un ingreso económico extra. 

El manejo en el oriente de Bolivia de los importantes espacios dominados por el totaí, la asociación de la especie a la actividad ganadera, además de su cultivo y manejo agronómico es una oportunidad para desarrollar una nueva cadena agroindustrial basada en la producción de bioenergía, aceites de alto valor y raciones animales, generando puestos de trabajo, con un importante impacto positivo sobre el ambiente y la economía. 

Pocas veces se presentan nuevas oportunidades como esta, se debe aprovechar el impulso que le está dando la Fauba al totaí para incorporarnos al desarrollo de este recurso que por ser tan abundante en nuestro medio no le damos la importancia que merece.



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