7 de octubre de 2022, 4:00 AM
7 de octubre de 2022, 4:00 AM


En una publicidad del Gobierno, que se estuvo difundiendo masivamente por diferentes programas radiales (seguramente, también televisivos), el presidente Luis Arce dice textual: “Llegamos a Santa Cruz con regalos…” y luego enumera una serie de obras públicas que se estarían ejecutando en la región.

He escrito, en repetidas ocasiones, sobre la excesiva e innecesaria propaganda del Gobierno central que a través de letreros, carteles, gigantografías, avisos impresos, jingles radiales o pautas televisivas -todo pagado con nuestra plata- nos quiere hacer creer que trabaja y hace obras.

Sin embargo, ni siquiera en el momento de mayor despliegue propagandístico, cuando se rendían honores y culto a la personalidad de Morales, se había empleado la palabra “regalo”. Un regalo es una cosa que se le da a una persona -para el caso, a una población-, como muestra de afecto o de consideración. En principio quien regala algo lo hace con su plata. Es decir, mete la mano a su bolsillo, saca su propio dinero (o paga con QR) y compra algo para alguien como muestra de cariño. ¿El presidente Arce está haciendo esas obras “de regalo” con su dinero? ¿Está desmochando su sueldo para hacernos esos “regalos”? ¿Al “regalarnos” nos quiere mostrar afecto y consideración?

Cuando era niño, y el dictador de turno -en una alta tarima y con sus secuaces locales al lado-, daba discursos en el aniversario regional, siempre hablaba de “regalos”. Hacer de Papá Noel septembrino era una tradición de quien venía en comisiones especiales, a la lejana periferia, hasta para sacar permisos de conducir. Pensé que esos tiempos “regalones” habían sido desterrados con la llegada de la democracia y que habíamos desarrollado una conciencia ciudadana con relación a nuestros derechos y obligaciones.

Quizás nos hemos adormecido con el brutal manejo de la comunicación propagandística estatal y ya a nadie le perturba que nos digan que vienen -haciéndonos un gran favor- con dádivas, presentes y obsequios para celebrar con nosotros lo bien que lo están haciendo y que gracias a ellos “estamos saliendo adelante”.

Cualquiera que esté ejerciendo una función pública, en cualquiera de los niveles de gobierno, está ahí para hacer un trabajo que la ciudadanía le ha encomendado. Los impuestos y contribuciones de esa ciudadanía pagan el sueldo de ese funcionario y todas las obras, a crédito o al contado, se las hace con la plata de todos. Hacer “regalos” con plata ajena es, para decir lo menos, una sinvergüenzura. Y gastar el poco dinero público para decir que se hace lo que todos esperan que se haga es una desfachatez que no podemos permitir.

A pesar de todas las dificultades y aprietos, y tomando en cuenta el difícil entorno económico en el que estamos viviendo, creo que los ciudadanos estamos haciendo el esfuerzo que hace falta para cubrir las planillas de nuestros servidores públicos y les estamos pagando bien y a tiempo. Si nos quieren hacer regalos, háganlos con su propia plata.

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