Opinión

Nueva izquierda en Chile

21 de diciembre de 2021, 5:00 AM
21 de diciembre de 2021, 5:00 AM


Chile dará un viraje a la izquierda en marzo de 2022 cuando asuma como presidente Gabriel Boric, que venció este domingo en segunda vuelta al conservador José Antonio Kast, y el solo anuncio del nuevo ciclo provoca una oleada de interrogantes acerca del futuro del país vecino que tendrá en la cabeza al presidente más joven de su historia y el más izquierdista desde Salvador Allende.

Para comenzar, la primera reacción formal la dio la Bolsa de Santiago que cayó en casi 8 por ciento en la apertura de este lunes y el dólar tuvo la mayor elevación diaria frente al peso chileno desde noviembre de 2008, cuando azotaba la crisis financiera.

Boric llegará al poder con una pesada mochila de promesas que hizo al electorado y que ahora tendrá que satisfacer, entre ellos algunos temas de alta sensibilidad popular, como una demanda de condonación de deudas bancarias, el fin de las administradoras de fondos de pensiones (AFP) para reemplazarlas por un sistema estatal y solidario, y una educación que no discrimine entre ricos y pobres, entre otras cosas.

Para financiar algunas de esas promesas electorales, Boric tendrá que subir los impuestos principalmente a las exportaciones mineras, que le dan a Chile su mayor fuente de ingresos externos, y llevar adelante el proceso constituyente en el que se encuentra embarcado el país desde 2020, después del estallido social de un año antes.

Boric tendrá también que recomponer a una sociedad chilena muy polarizada y reconducir el clima político y de protesta social que se hizo frecuente en los últimos años.

La jornada electoral chilena mostró una vez más la solidez de su democracia, con detalles a los que no estamos acostumbrados en Bolivia, como el reconocimiento que hizo el candidato perdedor, Kast, que se comunicó en la tarde con Boric y lo felicitó “por su gran triunfo” y dijo: “Desde hoy es el presidente electo de Chile y merece todo nuestro respeto y colaboración constructiva; Chile siempre está primero”.

El propio Boric tuvo expresiones moderadas y que se ubican en el contexto de la tradición democrática chilena cuando afirmó que será presidente de todos los chilenos, incluso de aquellos que no votaron por él, cuando dijo que necesitará a todos los actores de la oposición para llevar adelante su proyecto, y cuando admitió que es consciente de que la historia no comienza con él.

La nueva izquierda que ocupará el poder político chileno se inscribe en una nueva tendencia en la región que probablemente no tiene similitudes con los actuales gobiernos izquierdistas, y mucho menos con los populismos del estilo de Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Alberto Fernández o Luis Arce.

Por esas razones resultan sobredimensionados el júbilo y las altas expectativas que han expresado algunas voces del partido gobernante en Bolivia. Que el nuevo Gobierno de Chile sea de izquierda no significa que las históricas diferencias y disputas entre ambos países vayan a ser resueltas, ni mucho menos, ni que automáticamente la nueva administración se convertirá en aliada del Gobierno del MAS.

La socialista Michelle Bachelet fue dos veces presidenta de Chile durante el largo mandato de Evo Morales y eso no implicó prácticamente ninguna diferencia de su política exterior con Bolivia. Hay que esperar, eso sí, unas relaciones diplomáticas cordiales, que avancen en aquellos aspectos que son de conveniencia mutua para ambos países y cuando menos tener una vecindad menos hostil que la que suele buscar Bolivia cuando la tendencia política de los gobiernos de países vecinos no es de izquierda.

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