15 de diciembre de 2021, 5:00 AM
15 de diciembre de 2021, 5:00 AM

Nuevamente la democracia directa, sale en defensa de la democracia representativa, destruida por el masismo antidemocrático, que asola Bolivia. La democracia directa, es la madre de la democracia representativa, y acude en su defensa cada que esta lo necesita.

Y fue necesario que salga nuevamente en esta ocasión, para poner en su sitio a un gobierno atropellador, transformado en un simple títere del comunismo trasnacional, que retoña después de la caída del Muro de Berlín, en el Foro de San Pablo/Grupo de Puebla, con otra careta, pero con la misma alma negra de siempre.

La ciudadanía, alarmada por un paquete de leyes comunistas, atentatorias contra la libertad, la democracia y los bienes del pueblo boliviano; semejantes a las aprobadas en Venezuela, salió masivamente a las calles a mostrar su descontento. Estas leyes se aprobaron sin consenso parlamentario, ni consulta con los sectores involucrados, gracias a la antidemocrática anulación de los 2/3 en el reglamento camaral.

Al pueblo no le quedó otra opción que acudir a la democracia directa, para hacer valer sus derechos, haciendo uso del artículo 7 de la CPE, que expresa: “La soberanía reside en el pueblo boliviano, se ejerce de forma directa y delegada. De ella emanan, por delegación, las funciones y atribuciones de los órganos del poder público; es inalienable e imprescriptible”.

El detonante del paro, fue la ley Contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas 1386. La gente comenzó a protestar por las redes sociales y en los medios de comunicación, en las tertulias ciudadanas y en las calles, sin resultado alguno, lo que obligó a decretar un primer paro de 24 horas, el 11-10-21. Transportistas y gremialistas llamaron al paro, apoyados por el Movimiento Cívico Nacional, Conade, Plataformas Ciudadanas, otros gremios y pueblo en general.

Pese a la contundencia del primer paro, no fue posible la abrogación de la ley maldita, lo que obligó a llamar un segundo paro, esta vez de forma indefinida, que finalmente terminaría durando 9 días, entre el 08-11-21 y 16-11-21. Fue un paro potente, que tuvo su epicentro en Santa Cruz y el innegable liderazgo del CpSC; gobierno moral de los cruceños, que terminó contagiando a la gran mayoría del país. Cuando el turbión se volvió incontrolable, el gobierno ordenó abrogar la ley, con un berrinche en el parlamento.

Dentro de la disidencia, propia de la democracia, hubo un reducido grupo de personas que protestaron antidemocráticamente frente el CpSC. Con todo, la aprobación del levantamiento del paro, tuvo una aceptación mayor al 75% en Santa Cruz.

Pero la lucha continúa, se ha ganado solo una batalla de las muchas que vendrán en el futuro, contra la dictadura de Morales/Arce: la abrogación completa del paquete comunista, los 2/3 en la Asamblea, la limpieza del Poder Electoral y su padrón fantasma, la auditoría al fraude 2020, la refundación del Poder Judicial, el freno a la persecución política, los incendios en la Chiquitania, los terroristas de San Julián, el avasallamiento de áreas protegidas y propiedades privadas, el freno al narco Estado y otros.

Lo importante de este paro, fue la constatación empírica que: BOLIVIA TIENE UN PUEBLO UNIDO, QUE NO QUIERE SER COMUNISTA, que no quiere ser Cuba, que no quiere ser Venezuela. Queremos que nuestros hijos y nietos vivan en una patria libre, democrática y feliz, donde se respete el Estado de derecho y la naturaleza sin igual que Dios nos dio.

Jimmy Ortiz Saucedo / [email protected]

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