18 de abril de 2022, 4:00 AM
18 de abril de 2022, 4:00 AM

La segunda entrega de la revista Tejedoras (2021) cuyo objetivo es “afianzar la investigación sobre democracia y género y un compromiso con la paridad en el país…”, centra el análisis y el debate en torno a la participación y representación de las mujeres en las elecciones generales de 2020. Sus ejes temáticos involucran a investigadoras e investigadores, mujeres en el campo político, además de contar con autoras internacionales.

En criterio del Tribunal Supremo Electoral, las elecciones nacionales 2020 significaron un avance importante para la consolidación de la participación femenina en la política nacional. Refieren que por primera vez en la historia se votó por lista de candidaturas paritarias, y sus resultados comprobaron que las senadoras son mayoría (56%) y las diputadas bordean la mitad del total de la Cámara (47%). Dichos porcentajes se repiten en otros niveles descentralizados, que permiten situar al país en la vanguardia mundial.

Los diferentes capítulos de esta revista comprenden las últimas votaciones en el marco de la crisis política y sanitaria y también aborda la paridad de género en estos comicios. Otros temas incluyen la violencia y el acoso político, la participación de mujeres indígenas al interior de las diversas organizaciones, la representación juvenil desde 2010, etc.

La sección histórica es muy rica en información. Hace referencia al movimiento feminista en la primera mitad del siglo XX y su irrupción en la esfera pública durante y después de la guerra del Chaco. Una mayor participación de la mujer boliviana empieza tras el decreto del 21 de julio de 1952, que establecía el sufragio universal para hombres y mujeres, convirtiéndose el MNR en el primer partido político que las incorpora en sus filas. Ya hacia 2019, ONU Mujeres informaba que sólo tres países tenían un 50% o más de mujeres en el Poder Legislativa. Bolivia era uno de ellos con el 53,1%.

La última parte de esta edición alude los comentarios de Rosario Baptista y concluye con la historia de Tomasa Yarhui, “…una mujer política fundamental en la historia contemporánea del país, por haber roto cuanta barrera o techo se le puso en frente, para posesionarse en las más altas esferas del sindicalismo y la política formal boliviana”. En opinión de Yarhui, la inclusión de la mujer “…no hubiera llegado a buen puerto de no ser por las redes de apoyo de mujeres que emergieron de lo más profundo de la política partidaria”.

Santa Cruz nunca estuvo alejado de esta nueva realidad. Tampoco la lucha reivindicatoria fue fácil. En el pasado tuvo momentos estelares. Por ejemplo, según nota de prensa, en 1940 la Liga Femenina pro derechos de la mujer, en un manifiesto dirigido a la cámara de diputados, exigía el derecho al voto y en 1949, Alcira Senzano ganaba la alcaldía de Lagunillas, gracias a la CPE de 1945, que permitía el voto femenino en los comicios municipales. Restituida la democracia en 1982, surgiría gradualmente una generación de mujeres en la política nacional y regional, ocupando cargos de altísimo nivel representativo en todos los Órgano del Estado, hecho que enorgullece a los cruceños.

De acuerdo a ONU Mujeres (2017), la participación de las mujeres en todos los espacios y niveles de toma de decisiones crea un clima político diferente, más promisorio e indispensable para el logro del buen gobierno, la democracia incluyente, el fortalecimiento del estado de derecho, la consolidación de la paz, la aceleración de la economía, la construcción de sociedades más igualitarias y el desarrollo sostenible.

No cabe duda que esta voluntad muy encomiable de las mujeres a participar no sólo en política, sino también como dirigentes en instituciones públicas y privadas, ayudará a dar un cambio de timón a nuestra triste realidad, cuyo tufillo en muchas de aquellas es cada vez más nauseabundo, putrefacto, y de yapa, un halo de incompetencia.

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