La tasa de ocupación de la población indígena es del 73,7% frente al 60,2% de la no indígena, en tanto que la condición de pobreza de la población indígena es del 46% en relación al 31% de la no indígena, según OIT

8 de enero de 2023, 10:00 AM
8 de enero de 2023, 10:00 AM


Los indígenas son los que más trabajan en Bolivia, pero los que más pobres están, según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que confirma la vulnerable situación en la que se encuentra este grupo poblacional.

En Bolivia, la tasa de ocupación de la población indígena es del 73,7% frente al 60,2% de la no indígena, en tanto que la condición de pobreza de la población indígena es del 46% en relación al 31% de la no indígena, según el Panorama Laboral de los Pueblos Indígenas en América Latina de la OIT.

Para Alcides Vadillo, director de la Regional Oriente de la Fundación Tierra, “la forma en cómo se están insertando los pueblos indígenas bolivianos a la economía mercantil es realmente desventajosa”, lo que no les da la oportunidad de salir de la pobreza. El investigador explicó que al vivir en áreas principalmente rurales, los indígenas son autosuficientes; es decir, producen su propio alimento e incluso, en zonas más aisladas, sus propias herramientas y vestimenta.

Datos de la OIT indican que un 85% de las mujeres y hombres indígenas en América Latina y el Caribe están ocupados en la economía informal y que los trabajadores indígenas tienden a ser más autoempleados y trabajadores familiares no remunerados que el resto de la población.

“En cuanto el 47% del total de los indígenas en edad de trabajar son autoempleados, solo el 36% de la población no indígena es autoempleada”, detalla el estudio, uno de los primeros que aborda el trabajo indígena en la región. 

“Solo 37% de la población indígena tiene una relación de trabajo dependiente (asalariado). En contraste, el 61% de la población no indígena de la región realiza este tipo de trabajo”, agrega.
Sin embargo, continuó Vadillo, la relación de los indígenas con la sociedad moderna está creandoles una mayor dependencia de alimentos, ropa, material educativo o medicamentos propios de las ciudades, productos y servicios que aumentan su necesidad de más recursos económicos.

“Ellos no venden su fuerza de trabajo, no producen para el mercado. Entonces, muchas veces, son estafados por intermediarios entre la sociedad mercantil y estos pueblos, que en su mayoría se siguen guiando todavía por el valor de uso de los productos y no por su valor de cambio”, explicó.

Esos intermediarios son comerciantes, compradores de madera, animales silvestres y áridos que pagan por esos productos un valor mucho menor al del mercado.

Vadillo alertó que a lo anterior se suma el que gran parte de estos pueblos está “en una situación de vulnerabilidad muy alta”, ya que hay terceros que invaden sus territorios para desarrollar otro otro tipo de economía que incluso llegan a despojarlos de su propiedad. Estos actores económicos ajenos a ese entorno los desplazan, los convierten en peones o los aíslan totalmente.

La situación es tal que, de los 36 pueblos indígenas reconocidos en Bolivia, “hay como 18 que en el transcurso de los siguientes 10 años pueden desaparecer totalmente, si no implementan políticas estatales”, dijo el investigador, que enfatizó en el caso de los ayoreos, aislados por los cultivos industriales de soya.

Según información difundida por la ONG Grupo de Trabajo Internacional para Asuntos Indígenas (IWGIA), en Bolivia, del total de personas que se autoidentifican como parte de los 36 pueblos indígenas reconocidos en el país, el 49,5% son quechuas, el 40,6% aymaras, el 3,6% chiquitanos, el 2,5% guaraníes, el 1,4% moxeños y el 2,4% de los otros 30 pueblos.

Para Bruno Rojas, investigador en temas laborales, el estudio del “empleo y trabajo rural en Bolivia es un desafío pendiente”.
“No hay ninguna política de inserción de población indígena a la economía mercantil en condiciones laborales más favorables, pero tampoco hay políticas públicas de protección de estas poblaciones para que se conserven en su propio hábitat y con el uso de sus propios recursos”, finalizó Vadillo.

“Como consecuencia de la marginalización histórica de los pueblos indígenas, su sobrerrepresentación en la informalidad y entre las poblaciones rurales, los obstáculos que se enfrentan en el acceso a la tierra y los recursos naturales, así como en el acceso a la educación, ellos no han participado de los beneficios de los avances económicos como sus homólogos no indígenas”, concluye la OIT
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