Opinión

Píldora del día después

13 de noviembre de 2020, 5:00 AM
13 de noviembre de 2020, 5:00 AM

Luego de la posesión del nuevo binomio presidencial, algo que nos identificó plenamente a los bolivianos, fue la resaca. Los que ganaron y los que perdieron. Felices o amargados, todos despertamos preguntándonos ¿whatup?, que en castellano regional sería: “¿Qué jue?

Sin ir lejos, mi suegra se salió sola, vaya a saber dónde, porque solo me dijo que ya tomó la píldora “del día después”, porque dizque la pasó muy bien, pero no recuerda los detalles.

A mi me emborracharon los discursos de paz y unidad, que sustentan mis esperanzas de que en Bolivia ya no sigamos sacudiéndonos y nos dediquemos a trabajar por un país que sea para todos. Algo que me emborrachó de verdad, fue escuchar en la posesión presidencial el Himno Nacional, pero la media docena de estrofas ya me pareció una sobredosis de patriotismo, sometiendo a los invitados a interminables minutos con barbijo en una sala repleta e incómoda. Más que un hemiciclo parecía una chamarra.

Hablando de música, según vi y escuché en la televisión española, fue que los músicos que interpretaron el himno español en La Paz resultaron más desorejados que un ladrillo. El hermano rey Felipe VI no sabía si seguir saludando a su himno o decir a los cuatro vientos: “Coño, que sois boludos”. Las disculpas no llegaron aún al palacio de La Zarzuela, aunque un flamante funcionario de la Cancillería le dijo a la excuñada de mi suegra que el infractor identificado será sancionado como “músico faltón”, es decir, le sacarán la contumelia en la calle de la amargura, como ocurre con los desorejados de una banda militar que “se debe a su Patria, a su Dios y a su Bandera”.

Bueno, luego de esos “gases” del oficio, me complace mucho que gente nueva esté en las filas del flamante Gobierno. Hay currículos, algunos increíbles, y eso me hace abrigar mucho la esperanza que tiene mi nieto porque es bachiller panadémico, pero ha sido una vez secretario de actas del club de su barrio, además de haber hecho un curso virtual de corte y confección, pergaminos que podrá presentar algún día en esta Bolivia insólita, inocente y hermosa con la aspiración de ser un día, un brillante ministro. La cartera no importa.

A nivel mundial, unos vamos saliendo, otros volviendo a nuestras guaridas, porque la pandemia maldita sigue en vigencia. La única respuesta es tener una vacuna, que mande a la lona todo confinamiento. Pero, de momento, solo quedamos en el verde esperanza porque ella en la realidad, no aplica. Es un sueño que nos asegura que el 90% está asegurado y que se estima que máximo llegue en 4 meses, pero eso es tan falso como asegurar que estamos casados con la mujer de nuestros sueños que vive aún en Rusia o EEUU y no sabemos si nos dará el sí, porque aún anda con un estudiante de Afganistán que estudia en Budapest. De momento, no aflojen sus barbijos y que el distanciamiento social sea respetado inclusive con su media naranja



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