2 de noviembre de 2021, 4:00 AM
2 de noviembre de 2021, 4:00 AM

Siguiendo el modelo soviético del siglo pasado, el Gobierno se prepara a imponer nuevamente al país su modelo centralista y autoritario, esta vez mediante su Plan de Desarrollo Economico social 2021 - 2025, el cual se sigue basando en ese conjunto deshilachado de “pilares” llamados antes “los pilares de Evo” y que se pretende imponer a todas las instituciones del país involucradas en la famosa Ley 777 denominada SPIE, que es la centralista Ley del Sistema Nacional de Planificación.

Esta ley, que es la que impone los PTDI (planes territoriales de desarrollo integral) a municipios y gobernaciones ha tenido desastrosos resultados, con planes- fotocopia del plan nacional pero a escala reducida, pues la concepción del Gobierno es estrictamente vertical y piramidal, y cada nivel debe mantener el perfil para que se consolide la pirámide, aniquilando cualquier innovación o variación que la creatividad de las regiones o municipos podría introducir.

El Plan Nacional en cuestión es una camisa de fuerza para regiones y municipios, los cuales deben seguir sus anquilosadas recetas eliminando las posibilidades de innovar, crear y diversificar, que en este momento de la historia son los máximos valores, no la rigidez de la planificación estalinista centralizada.

La ley dice “qué”, “cómo” “cuándo” y “con cuánto”. No habrá diversidad, pues más bien se busca lo contrario, que todo encaje en su visión autoritaria y no compartida. Sus rígidos planteamientos son justamente lo contrario de lo que vienen recomendando los economistas, en especial Gonzalo Chávez desde hace años, propugnando superar el extractivismo y apoyarse más en la innovación, la información y la creatividad de nuestra gente.

Los resultados de Plan anterior y en general del SPIE y los PTDI son un desastre y están ahí a la vista. Los municipios, obligados a seguir una absurda cartilla llamada Guía para la elaboración de los PTDI han producido documentos de muy poco valor, más allá de la información estadística que al Gobierno le interesa obtener de todos los municipios del país. Siguiendo los “pilares de Evo”, esos planes, hechos por gente valiosa, no han podido responder a sus propias realidades, convirtiéndose en documentos muertos y como una ofrenda al poder central.

De los 10 ejes presentados por el Plan Nacional como novedades, varios de ellos han sido ya sonoros fracasos en el pasado, como el planteamiento de la “sustitución de importaciones” de la Cepal, o la industrialización forzada de recursos naturales, cuando hoy se insiste que los mayores recursos de los países son su gente, su cultura y sus propias capacidades, que se debe dejar florecer.

¿Vale la pena seguir trabajando sobre paradigmas obsoletos, como la planificación central y obligatoria o los “pilares” que parecen lista de supermercado? o con la imposición de las aprobaciones del Gobierno central, hoy disfrazadas de “homologaciones”?

La Ley 777 y los PDES nacionales son los responsables de la baja calidad de los PTDI, por lo que ha llegado la hora de que se haga conciencia que este camino de imposición vertical ideológica, cultural y administrativa desde el poder central, amarrando la creatividad de las regiones no funciona.

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