Opinión

Planetario para la ciudad de Santa Cruz

12 de julio de 2021, 5:00 AM
12 de julio de 2021, 5:00 AM

Escudriñar el cielo con los pies en la tierra es algo que el hombre viene haciendo desde siempre, transcurridos decenas de miles de años desde que empezó a caminar erguido..

Saltando a pasos de gigante en la historia, la astronomía y los astrónomos tuvieron un alto nivel de desarrollo con las culturas griega y egipcia, antes de Cristo, y mucho de lo que ahora se sabe de planetas y estrellas, y del cielo en general, se lo debemos a ellos.

Entre las cosas que nos enseñaron, y que también seguimos los cristianos, está aquella de que la Tierra es reflejo o espejo del cielo y, por lo tanto, mirar el cielo puede ser o es muy útil para comprender fenómenos terrestres y ordenar las cosas terrenales.

Hacerlo en un lugar especializado, sin acceso al cielo abierto, es una manera didáctica de estudiar el firmamento, y el lugar donde se lo hace se llama planetario, que técnicamente es una estructura abovedada para sobre esta superficie o cúpula curva proyectar espectáculos sobre astronomía, mostrando a cualquier hora del día cómo se encuentra el cielo durante la noche de cualquier época del año.

Un planetario, entonces, es un lugar con fines educativos y recreativos y, en tal condición, mucha falta le hace a Santa Cruz.

En Santa Cruz vivimos bajo el cielo más puro de América, creámoslo, aunque América y el mundo tienen cielos más limpios que los cruceños para observar a los astros, pues se encuentran a alturas en las que la atmósfera menos cargada produce menor distorsión.

Pero, igual, Santa Cruz es un lugar especial para tener un planetario, estudiar, aprender y luego salirse a la noche oscura, en las proximidades rurales, donde las luces de la ciudad no distorsionen la visión, y acostado en el piso tener las clases prácticas, verificando lo que se aprendió cómodamente sentado en los sillones mullidos e inclinados del planetario.

Una ciudad que se llama Santa Cruz tiene la obligación de contar con un lugar desde donde reconocer y estudiar la Cruz del Sur, a la Constelación de Orión con Las Tres Marías, su brillante Rigel y la súper-gigante roja Betelgeuse, a las Pléyades o Siete Cabritos, a todos y cada uno de los planetas del Sistema Solar y sus satélites, o la constelación del Ñandú o Piyo de los Guaraníes y Chiquitanos, permitiendo a los ciudadanos dar los pasos básicos de una ciencia fascinante como es la astronomía.

Planteo, entonces, la propuesta no como un reto ni un desafío sino como una invitación ciudadana a las autoridades municipales para que nuestra capital se ponga a la altura de otras capitales importantes del mundo y tenga su planetario propio.

Aprendamos con buen humor que las estrellas son sin cuenta, no cincuenta, y que la Vía Láctea no es el camino que pasa por las lecherías, y dotemos a nuestra ciudad de un paseo público urbano con trascendencia, tanta como la que tienen nuestros hermosos parques, aunque un poquito más que la que puede tener un cambódromo o lugares de entretenimiento más liviano.

Ojalá que nadie se enoje conmigo por esta idea y por las bromas usadas para hacer más llevadera la lectura, y que, por favor, no me quieran hacer ver estrellas simplemente por proponer este planetario para que no sigamos en la luna…

Mario Suárez Riglos / Historiador

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