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4 de julio de 2024, 4:00 AM
4 de julio de 2024, 4:00 AM

En casi todos los países la mayor parte de las transacciones se hace en las monedas nacionales, sean bolivianos, pesos chilenos, rupias, euros, etc. Sin embargo, en todas existe la permanente inquietud sobre los tipos de cambio, en especial el dólar estadounidense.
Una de las razones básicas es que la mayoría de las transacciones comerciales y financieras internacionales se hacen en dólares. Según el Banco Internacional de Pagos (BIS para sus iniciales en inglés), el 90% de las operaciones cambiarias se hace en dólares.
Eso implica que si el precio del dólar en un país aumenta (es decir, si el tipo de cambio como lo medimos acá en al país bolivianos por dólar sube) entonces los artículos importados también se incrementan de precios.
Este efecto se conoce como “coeficiente de traspaso” o “pass-through” en inglés. Si este coeficiente es de 0,2 implica que un alza del tipo de cambio de 10% se convertirá en 2 puntos porcentuales adicionales de inflación.
La preocupación sobre este tema es generalizada que hace más de 15 años cuando buscaba investigaciones al respecto encontré un estudio del traspaso en el banco central de Cuba, un país que diplomáticamente es lejano a EE. UU.
En nuestro país esta preocupación fue intensa cuando salimos de la hiperinflación. Debido a la alta movilidad de los precios, las personas necesitaban una guía para definir sus precios; y ésta fue el dólar estadounidense. En esos años el traspaso fue casi 1: un punto de depreciación implicaba un punto adicional de inflación casi de forma inmediata.
A medida que la inflación bajó y que se implementaron medidas para desincentivar el uso de dólares, el traspaso bajó consistentemente y su manifestación también fue más lenta.
Si tomamos como referencia un traspaso de 0,2 la depreciación de más de 30% que hemos tenido en estos meses implicaría que en los siguientes meses la inflación tendría que aumentar hasta en 6 puntos porcentuales. Debo aclarar que este efecto se concretaría en unos 12 a 24 meses dependiendo de los productos.
Volvamos a la pregunta inicial: ¿cómo es posible que el tipo de cambio afecte el resto de los precios?
La respuesta radica en que en nuestros países una parte importante de los insumos de producción y de los bienes de capital son importados, además de los productos de consumo.
Por ejemplo, los fines de semana me gusta ir a comprar pescado a los mercados populares especializados. Hace dos semanas por curiosidad pregunté de dónde venía el pescado y la respuesta fue de Argentina y Uruguay; y se compran con dólares.
Otro ejemplo relevante es el del huevo y del pollo parrillero. Los pollitos bebés se importan desde los países vecinos. Eso quiere decir que, si el precio del dólar estadounidense sube, también afecta al huevo y a la producción avícola.
Una simple comida de pan con huevo o arroz con huevo tiene un componente importado, aunque no lo parezca. Y el precio del pan también responde a la harina de trigo que… también es importada, aunque existe una parte que es provista a precios subsidiados.
Esto significa que por más que la mayor parte de las transacciones domésticas se efectúan en moneda nacional, el dólar está rondando silenciosamente tras bambalinas.
Desde otra perspectiva, se clasifican los productos en transables y no transables. Los primeros son los que se pueden exportar e importar, mientras que los segundos no se comercian internacionalmente.
Por ejemplo, la construcción inmobiliaria no es transable porque no se pueden exportar o importar casas y departamentos. Podríamos concluir erróneamente que es un sector que no es afectado por el tipo de cambio.
Pero no es así. Usando una metodología específica que se deriva de las cuentas nacionales del país, es posible inferir que el componente importado es casi 20%. Por tanto, un sector no transable también es afectado por los movimientos del tipo de cambio.
Como lo escuché hace 20 años a un participante del extinto programa Voz Popular de Radio Panamericana “Cuando el dólar sube, todo sube”.

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