23 de noviembre de 2022, 4:00 AM
23 de noviembre de 2022, 4:00 AM


Pocas regiones en América reflejan de manera tan cruda la paradoja del desarrollo como Potosí, la región que impulsó el auge de un imperio y la creación y sostenimiento de un país; y que hoy tiene el potencial de nutrir a la modernidad, ávida de energías. Este departamento de 118.218 km2 y algo más de 900.000 habitantes, ha poseído las más importantes minas de plata, estaño y zinc, altamente demandados en el mundo, y guarda en sus tres salares (Uyuni, Coipasa y Pastos Grandes) las mayores reservas del litio del planeta que, una vez explotadas, colocarán a Bolivia como un actor clave en el uso de energías alternativas a nivel global.

En 2021, Potosí fue el segundo departamento en valor de exportaciones, con $us 2.510 millones. La venta del zinc extraído de sus minas obtuvo 1.180 millones de dólares, situándose junto al gas, el oro y la soya, entre los productos más importantes de exportación. Pero Potosí no solo tiene minerales. Su riqueza turística es de primer nivel, destacándose su capital (una de las más hermosas ciudades coloniales en existencia en América), el salar de Uyuni y sus imponentes parques nacionales Eduardo Abaroa y Toro Toro; además posee un enorme potencial agrícola, especialmente de quinua, papa y maíz.

Pese a todo esto, Potosí es uno de los departamentos más pobres del país. Recientemente HELVETAS y Welthungerhilfe presentaron el Índice Global del Hambre que la señala como la región más afectada por este indicador, con 23,8, mientras que Bolivia en su conjunto registra 13,2. Según datos del INE, la pobreza moderada en Potosí alcanza al 57,8% y la pobreza extrema a 22,4% frente al 36,4% de moderada y 11% de extrema en el país; la desigualdad, estimada por el índice de Gini, es superior a 0,5, mientras que el país registra un 0,4. En la medición de pobreza multidimensional, Potosí alcanza a 26%, comparado con el promedio de Bolivia, que es del 16%. Su población entre 1 y 14 años está decreciendo y reporta una de las tasas de emigración más altas del país.

Los trabajadores potosinos en el área rural y los que laboran en el comercio informal -que son la mayoría- tienen ingresos menores al salario mínimo, y la tasa de desempleo urbano supera a la media nacional.
Pese a tan descomunal contradicción, se han realizado pocas investigaciones para comprender este fenómeno.

La explicación de que la minería precisa de grandes inversiones y no genera empleo masivo es relativa. Como se explicó, Potosí tiene vocación minera, agrícola, industrial y turística, y aunque es su principal fuente de riqueza, menos del 15% de su población se dedica a esa actividad. El factor humano tampoco es un argumento válido, pues quienes han conocido o convivido con ciudadanos de ese departamento coinciden en relievar su naturaleza trabajadora, valiente, honesta, generosa y emprendedora. Tampoco es atribuible a la ausencia de liderazgos, si consideramos que tres presidentes muy destacados en la historia como Tomás Frías, Gregorio Pacheco y José María Linares nacieron en ese departamento, y que incluso un potosino, Cornelio Saavedra, fue el primer presidente de la Junta de Gobierno de las Provincias Unidas del Río de La Plata (hoy República Argentina).

La primera constatación que explica la incongruencia podemos encontrarla en su dependencia constante. El destino de la riqueza de Potosí se decidió alternadamente en Madrid, Lima, Sucre y La Paz, nunca en el departamento, y en toda su historia republicana fue un proveedor de los gobiernos de turno que necesitaban disponer de recursos, no para distribuirlos entre las otras regiones, sino para alimentar burocracias abultadas e ineficientes.

Una segunda pista parece mostrar que la brecha se agrandó en la modernidad, es decir, cuando las minas pasaron a ser propiedad del gobierno central y los sectores mineros fueron sometidos a una fuerte ideologización. Las luchas políticas limitaron la búsqueda de bienestar para el departamento, pero sobre todo reemplazaron las reivindicaciones cívicas y regionales. Otros aspectos como la falta de diversificación de su economía, su poca industrialización y escaso desarrollo de infraestructura, son consecuencia de decisiones políticas ajenas, cohonestadas por representantes obsecuentes.

Hoy Potosí se enfrenta a una nueva disyuntiva histórica entre dar el salto hacia el progreso o mantener su situación de pobreza. La opción entre ser protagonista o ser actor secundario en la industrialización y comercialización del litio depende de los potosinos y la decisión que tomen hoy, -y que seguramente apoyarán todos los departamentos de Bolivia- afectará la vida y el bienestar de las generaciones presentes y futuras de este noble y grandioso pueblo. La situación es tan extrema que no hay posibilidad de equivocarse ni permitir que Potosí vuelva a ser solo una fuente de recursos para financiar objetivos políticos que trascienden los intereses departamentales.

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