26 de enero de 2022, 4:00 AM
26 de enero de 2022, 4:00 AM

¿Una organización vale por lo que hizo en el pasado o por la utilidad práctica que tendrá en el futuro? Una sociedad cuyos principales referentes no responden a las necesidades e inquietudes de la -siempre dinámica- realidad, es una sociedad que tiende a estancarse en el tiempo, queda como una sociedad atrasada. De ahí la importancia de reconocer el sentido y la importancia que tiene el cooperativismo para la historia económica de la región más próspera e inclusiva del país.

El cooperativismo cuenta con una base fundamental: su éxito histórico y sus valores. Si quienes dirigen una cooperativa ignoran u omiten el componente ético que mantuvieron quienes las forjaron, condenan el futuro de la cooperativa al fracaso. El componente ético es la propuesta de valor del cooperativismo, el férreo compromiso con sus valores lo distingue frente a cualquiera, lo que necesariamente implica que haya una cultura organizacional que tiende hacia lo impecable y una diferencia importante en cuanto a la productividad y la eficiencia adaptativa.

Pero hay cooperativas que fracasan. Aquellas que tuvieron/tienen más dificultades suelen ser aquellas que han sufrido restricciones (propias o ajenas) para innovar o, aquellas cuyos líderes mantuvieron serios problemas internos de corrupción. Lo vimos en otros departamentos de Bolivia: la corrupción es un hoyo negro financiero.

Así las cosas, en un mundo fuertemente influenciado por corrientes relativistas, es prudente destacar lo que menciona Juana Borja, decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Uagrm: “Las organizaciones del futuro son las organizaciones socialmente responsables”.

¿Podemos, entonces, prescindir del cooperativismo para el futuro del desarrollo de Santa Cruz? La respuesta es categórica: no, por los siguientes 5 motivos:

(1) Las organizaciones socialmente responsables son aquellas que están en contacto constante con sus trabajadores, sus clientes y se adelantan a las necesidades e inquietudes de ellos. (2) El componente ético intrínseco es difícil de encontrar y genera un efecto multiplicador tanto en términos de productividad a nivel interno, como a nivel social: la gente crea confianza en sus organizaciones y la confianza es clave para el desarrollo organizacional y el desarrollo de la región. (3) Cuando se les permite innovar, las cooperativas lograron satisfacer las necesidades del crecimiento demográfico más impactante en la historia de Bolivia. Recordemos que, (4) el futuro de Santa Cruz -del país y del mundo- requiere demostraciones tangibles de resultados con valor y (5) la satisfacción de necesidades presentes no puede sacrificar esa posibilidad para las generaciones futuras.

El cooperativismo es exportable -incluso fuera del país- si es que se lo permitiera el Gobierno central. Por cierto, no hablo sólo de servicios básicos, existen cooperativas en la producción de alimentos y decenas de servicios, como las cooperativas de salud.

No son organizaciones perfectas, evidentemente, pero en términos de prioridades y por las condiciones culturales, considero que el principal desafío de las cooperativas cruceñas tal vez sea dar a conocer lo que hacen y su impresionante impacto. En un país hiperpolitizado como Bolivia en la última década, no es suficiente ser bueno, excelente y socialmente responsable, es necesario comunicarlo.

Casi me olvido, Santa Cruz no solo es la región más próspera e inclusiva del país, esta hermosa región cuenta con el índice de pobreza multidimensional más bajo de Bolivia (según el atlas municipal de los ODS) donde destaca -y no es ninguna casualidad- la cobertura departamental de energía eléctrica.

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