19 de mayo de 2023, 4:00 AM
19 de mayo de 2023, 4:00 AM


En busca de alguna palabra que pueda calificar a los principales exponentes del socialismo del siglo XXI en la región a través de sus declaraciones, he encontrado una que, si bien tiene limitaciones, los describe de alguna manera: son amorales.

De acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua, amoral es una persona que está “desprovista de sentido moral”. Y tengo la impresión de que eso sucede. Veamos algunos ejemplos:

Las reacciones del ex mandatario fugado y sus seguidores (en proceso de convertirse en “ex”), dirigentes e intelectuales, y de los actuales gobernantes, sobre los casos de corrupción recientemente descubiertos. O sobre las denuncias de abuso sexual en la Compañía de Jesús y la cacería de brujas desatada desde la Fiscalía y, sobre todo, del procurador del Estado.

Ni qué decir de las reacciones de los líderes regionales (incluyendo los del país) de esa corriente política sobre la decisión del presidente de Ecuador de disolver la Asamblea Legislativa y que se convoque a elecciones, cumpliendo estrictamente su Constitución Política de Estado, comparando, con medias verdades, a lo sucedido en Perú donde su exmandatario intentó disolver el Congreso e “intervenir al Poder Judicial, al Ministerio Público, a la Junta Nacional de Justicia y al Tribunal Constitucional, además de convocar a la elección de un nuevo congreso con facultades constituyentes”, según una crónica de los sucesos que vivió Perú el pasado mes de diciembre.

O las de la ex mandataria argentina y actual vicepresidenta, Cristina Fernández, y sus adherentes (utilizando, lamentablemente, al periódico Página 12, que fue, otrora, baluarte de la defensa de los valores democráticos), tratando de hacer aparecer una sentencia en su contra por corrupta, como si fuera una conspiración de los “poderes” mediáticos y judiciales de su país.
Ni qué decir de las cotidianas declaraciones del mandatario venezolano, en las que la mentira, la tergiversación de la historia, la agresión y el mesianismo autoritario son sus principales contenidos.

Y no dejemos de mencionar a las autoridades nicaragüenses (cuyo principal “fan” en el mundo debe ser el procurador boliviano), que quitan nacionalidad y hasta profesión a sus disidentes, los expulsan, se apropian de instituciones independientes y, qué tal, siguen gobernando para la felicidad de sus vasallos…

En resumen, cuando frente a esta gente aparecen las palabras principios morales, su primera reacción es de asombro y probablemente preguntarán: ¿me habla en griego? ¿será algún engaño del imperialismo romano, español o gringo?…

En este sentido el legado que dejará esta corriente en la región será difícil de revertir, porque, además, esa actuación amoral va cundiendo en diversos ámbitos de la vida ciudadana afectando la pacífica convivencia social. Y, lo que es muy peligroso, se abre campo en el ámbito de la comunicación social, especialmente a través de la desinformación y el discurso del odio que circula en las redes sociales, en las que, además, sus autores se amparan en el cobarde anonimato que lo aprovechan para denigrar al disidente. O también en el establecimiento de agendas informativas que destacan la violencia y la saña, antes que la concertación y la justicia.

Por lo señalado, para reencauzar al país por el camino de la democracia y el respeto a los derechos de las personas, habrá que superar ese legado, como se lo hizo en el pasado, por ejemplo, con la herencia de las dictaduras militares, en las que vivimos situaciones muy parecidas.

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