Opinión

Proceso de deslegitimación

31 de marzo de 2021, 5:00 AM
31 de marzo de 2021, 5:00 AM

-¿Por qué no empezaron por el juicio de responsabilidades, que era lo justo?, interpelaba María Galindo al ministro de Justicia.

-Porque no tenemos los dos tercios de la Asamblea y hay que armar un caso. No puedes ir con una acusación tan grave el día 1, respondía Iván Lima.

-¡Porque no tenían los dos tercios!, insistía la activista.

-Entre otras razones, asentía el ministro.

La confesión del funcionario gubernamental reafirma lo que muchas instituciones nacionales e internacionales han denunciado, que la expresidenta Jeanine Áñez ha sido sometida a un proceso estrictamente político, lo cual debiera ser suficiente para que ella y los exministros recuperen su libertad. Pero hay muchas razones para que el Gobierno mantenga encarcelada a Jeanine, comenzando por el rencor y las ansias de venganza, hasta el cultivo del conflicto permanente y la polarización.

El 12 de marzo, cinco días después de las elecciones autonómicas y municipales, en Trinidad (Beni) el ministro de Gobierno encargado de comandar el megaoperativo, con delirios de rockstar, informaba el apresamiento de dos exministros de Estado, y horas más tarde el de la expresidenta por el supuesto golpe de Estado. A partir de la detención hemos atestiguado un encadenado de actos arbitrarios, denigrantes y humillantes.

La aprehendieron en horas de la madrugada. Lo hicieron sin citación previa, pese a que 20 días antes se había presentado ante la Fiscalía para declarar por otro caso, aquí no valió la mentada unidad del Ministerio Público, la bazofia argumental supera cualquier principio. Ya en la cárcel, estuvo incomunicada por varios días, le impidieron ser atendida por un médico especialista pese a acreditar que sufre hipertensión. En cambio, para trasladarla a otro penal, nuevamente en horas de la madrugada, le mintieron que la llevarían a un centro de salud. Un trato semejante al opositor ruso Alexéi Navalni.

El gran problema de Bolivia es que no se puede confiar en la justicia. Los derechos y las garantías son un simple enumerado en la Constitución. El debido proceso, entre otras, proclama dos garantías esenciales, el derecho al juez natural y la presunción de inocencia. El juez natural es el derecho que tiene todo ciudadano a ser procesado por el juez o tribunal que le corresponda según las reglas fijadas anticipadamente. En todo caso, a la expresidenta Añez, solo podría procesársele a través del juicio de responsabilidades y no así por un juez ordinario.

Sin autorización parlamentaria por ⅔ no puede avanzar ningún proceso contra un expresidente, por eso el Gobierno que no cuenta con mayoría cualificada en la Asamblea, impulsor de esta denuncia a través de una exparlamentaria, activó la vía ordinaria para evadir la jurisdicción especial, como si fuera optativo. Esto vicia de nulidad todo el proceso, porque sin garantías básicas no hay proceso justo.

Incapaces de aceptar su derrota originada en el 21F, reescribir y torcer la historia es otro objetivo, por eso desenfundaron el relato del supuesto golpe para tratar de borrar el fraude electoral. Y no importan las contradicciones e incoherencias, que hay muchísimas, la mentira genera hechos alternativos diferentes a los reales. Al final, la propaganda gubernamental ya ha sentenciado a Jeanine como golpista, aunque ella hubiese llegado al centro del poder después de la renuncia de Evo.

El MAS, y particularmente Morales, apostó al caos, como forma de recuperar el Gobierno perdido ante la sublevación ciudadana. El delito de Jeanine fue evitar una guerra civil, pacificar el país y volverlo a su cauce institucional. En 15 años, cuando termine el proceso penal, tendrá la oportunidad de demostrar que es inocente, mientras tanto se la presume culpable.

Dicen persistentemente los fiscales y jueces, que la libertad es la regla y la detención preventiva la excepción, pero las cárceles están desbordadas de preventivos. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido tres condiciones concurrentes para la validez jurídica de la detención preventiva. La primera, es que existan indicios suficientes de que el hecho ilícito ocurrió y que la persona sometida a proceso haya participado en él.

Según la teoría gubernamental, Jeanine propició un golpe para hacerse del poder, cuando lo que hubo, tras el fraude, fueron renuncias sucesivas, del presidente, vicepresidente y los presidentes de las Cámaras de Senadores y Diputados, dejando un vacío de poder, que fue llenado por la vicepresidenta segunda del Senado, conforme a la sucesión establecida en la Constitución y el reglamento parlamentario. Se le imputa un hecho inexistente, y menos aún se le puede probar la participación en él.

Por la fiereza y desprolijidad con la que han actuado, aún quedan dudas sobre cuál es la finalidad de esta causa, porque la impronta de justicia no convence ni a intelectuales de izquierda. Arce y Choquehuanca llegaron al poder con el discurso de reconciliación, superar errores y abrir un nuevo tiempo, pero una parte del MAS exige el retorno de lo viejo. Entonces el eco soez y vulgar de Quintana reaparece para atizar la confrontación y recordar que el evismo y sus herederos están de vuelta, dejando sin opciones a los nuevos inquilinos de la Casa Grande.

Priorizan la polarización porque está en su identidad y en su estrategia política, les ayuda a cohesionar su fisurada estructura partidaria, evitan que otros salten los muros y ganen por fuera lo que se les impide desde dentro, e incluso les sirve para ocultar su incompetencia en la gestión de la pandemia. Ganaron con el 55% en unas elecciones garantizadas por el Gobierno transitorio que hoy desconocen. La legitimidad que consigue el MAS en las urnas, lo deslegitima con la persecución. El problema es la rapidez con la que los gobiernos deslegitiman lo que ganan legítimamente en las urnas.

La polarización se nutre de la indignación social, del enfado de unos con otros, por eso algunos creen que en el doble juego también ganan. Se equivocan, de nada sirve el enfrentamiento permanente, porque la confrontación moviliza el enfado; y por eso, los modelos confrontadores solo han servido para devolverle la legitimidad al MAS. Si la alternativa al MAS son las excentricidades de Murillo, el MAS vuelve. Algo tiene que cambiar para encontrar un camino distinto.



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