Opinión

Puchero de codicia y desconcierto

2 de marzo de 2021, 5:00 AM
2 de marzo de 2021, 5:00 AM

Cuando el MAS huele el peligro de perder, saca a relucir sus más profundos reflejos, convicciones y prácticas autoritarias y verticalistas. Por eso, para compensar el déficit de votantes no se hace problema en recurrir al favor fiscales y jueces que vuelquen los números a su favor.

De esa manera, ahí lo vemos apelando a cualquier maña para empujar fuera de la carrera electoral, a candidatos opositores que exhiben posibilidades de ganar con comodidad a los suyos. Aquí, cualquier alusión a la patria es completamente postiza, porque la real consigna que une al aparato del partido dominante es: ¡Poder y dinero o muerte!

Esa es la razón que permite entender porque ayer y hoy, los máximos dirigentes partidarios tienen que ser farsantes consumados. El tecnócrata que encabeza el gobierno y su acompañante, son tan simuladores como ayer lo fueron el antiimperialista de los palacios y flotillas aéreas de lujo y el presunto amo de las matemáticas y los algoritmos.

Es tan falso y forzado sostener que la política económica de la década de los altos ingresos servirá para construir una nueva economía en época de pandemias y calentamiento global, como tratar de ungirse como el chamán y guía filosófico que predica contra el antropocentrismo, la depredación de la naturaleza y el monopolio del poder, al mismo tiempo que aplica en la política cotidiana los mismos vicios que denuncia.

Queda al desnudo que la avidez por copar el conjunto del sistema de poder, trata de compensar una incompetencia, fundada en la negativa a reconocer el cambio global que conduce al colapso del modelo de desarrollo gasífero, minero y de tráfico de tierras y en la incapacidad de construir y sanear instituciones democráticas, participativas, genuinamente autonómicas y sometidas al control social.

Las amenazas y persecución, forzada y continua, a la que someten a la expresidenta interina, cabeza de una de las administraciones más mediocres y corruptas de las últimas décadas, es uno más de los tristes trucos para ocultar la improvisación, el desconcierto profundo y la falta de respuestas de fondo del Gobierno.

Los intereses con los que está aliado el gobierno del MAS, el de las corporaciones transnacionales de los agronegocios, los agrotóxicos y la depredación ambiental, las quemas forestales y la especulación de tierras (parques, reservas naturales y territorios indígenas) son las de los patrones que controlaron el gobierno anterior. Las diferencias de proyecto de país, entre uno y otro son, en buena medida, circunstanciales.

Acusar al gobierno interino, como lo hace el ministro de Justicia, de “negligencia en el manejo de la pandemia” es dispararse, ya no en el pie sino en pleno rostro, porque todos los vacíos, incongruencias y problemas que exhibe la actual administración sanitaria, a un año de la explosión de la pandemia no tienen excusa alguna, mucho menos, cuando sus decisiones arbitrarias e ideológicamente sesgadas, desatan artificiales conflictos con el personal sanitario.

Ahora que se ha acumulado mayor conocimiento sobre las características fisiopatológicas y epidemiológicas sobre la pandemia, el gobierno masista no lo hace mucho mejor que hace un año, cuando se navegaba a tientas. No ha cumplido sus obligaciones básicas como, por ejemplo, aprovisionar masiva, oportunamente y con precios accesibles, los medicamentos necesarios, cuando estaban disponibles, ni ha pagado hasta ahora sueldos e indemnizaciones a enfermeras, médicos y auxiliares.

Su política de vacunación está condicionada por compromisos políticos, como lo muestra el mantener esencialmente intacta una agencia como AGEMED ineficiente y corrupta, enfangada años antes de que se iniciaran los negociados con los respiradores.

En el tramo último de esta coyuntura electoral, queda de manifiesto que el conjunto del sistema de representación política, incluyendo a buena parte de la dirigencia social, ni siquiera empieza a sospechar que no debe postergarse la transformación radical del esquema y patrón de desarrollo, expoliador y colonial, tras un proyecto que nos conduzca un auténtico renacimiento liberador, democrático, equitativo y participativo en todos los planos y niveles.



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