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25 de diciembre de 2024, 3:00 AM
25 de diciembre de 2024, 3:00 AM

La Navidad es una de las celebraciones más esperadas del año. Todos nos preparamos para tener un momento familiar inolvidable y cargado de amor. Después de más de 15 años, este 2024 encuentra a los hogares con menos ingresos y mayor cautela en los gastos. En muchos otros hay corazones partidos por la separación de quienes decidieron marcharse a buscar trabajo en otros confines del planeta. Sin embargo, a pesar de todo, esta es una ocasión para renovar la esperanza.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la esperanza como el estado de ánimo que surge cuando se considera alcanzable lo que se desea. Y es precisamente ahí donde hay que poner la fuerza, en lo que se puede construir desde los emprendedores, desde la industria y la iniciativa no estatal. Bolivia está en un momento económico complejo después de haber vivido bonanza. Las causas son harto conocidas, la renta petrolera generó miles de millones de dólares que fueron despilfarrados durante dos décadas. Entonces, será iluso creer que la solución vendrá desde las esferas gubernamentales si estas insisten en boicotear antes que apoyar e incentivar la iniciativa empresarial privada.

Es tiempo de mirar alrededor y saber detectar las oportunidades que el momento precisa; es tiempo de establecer alianzas sólidas en la sociedad civil, de cara a la recuperación de las instituciones, a los éxitos empresariales que redunden en mayor empleo formal y calidad de vida. Los bolivianos saben cómo hacerlo, toca trabajar en esa esperanza que se funda en la convicción de que es posible lograrlo.

La Navidad es tiempo de reflexión y trabajo para ser mejor. La fiesta debería sacar lo mejor de nosotros para dar a los demás. También es ocasión para la autocrítica honesta, para perdonar y para pedir perdón por lo que se hizo mal.

Ayer el presidente Luis Arce dio una conferencia de prensa. Admitió los problemas que todos vimos a lo largo del año: falta de dólares, agio y especulación, encarecimiento de productos de la canasta familiar y dificultades para proveer de combustible, especialmente diésel a los sectores que más lo necesitan. Es un paso importante reconocer lo que pasa. Sin embargo, se extrañó una gota de autocrítica en el planteamiento. Él culpa de los males a la Asamblea Legislativa por no aprobar los créditos, al contrabando a la inversa por la salida de alimentos, a la situación del mundo por las elevadas tasas de interés, a los bloqueos, etc.

El primer mandatario ve que quieren generarle inestabilidad, pero no ve que hay cosas que no están funcionando, como el excesivo déficit fiscal causado por el cuantioso crédito a empresas estatales que son deficitarias, por la subvención de carburantes y alimentos, por el exceso de burócratas en las dependencias públicas.

El presidente augura un mejor 2025 y dice que está construyendo la base del desarrollo de Bolivia. Lo importante es que lo haga con todos, que sea capaz de integrar a los que lo aplauden y a los que tienen propuestas diferentes. Solo el trabajo mancomunado podrá hacer que dentro de un año los bolivianos pasen una Navidad con mejor calidad de vida.