Opinión

Que no se hagan los tontos

10 de diciembre de 2020, 5:00 AM
10 de diciembre de 2020, 5:00 AM

Resulta, por todo lo que oímos y leemos, que los bolivianos no sabemos ahora lo que es un golpe de Estado. Expertos en la materia hasta hace poco, tratamos de confundir a la gente joven de lo que es derrocar a un presidente mediante un cuartelazo. Sucede que los masistas están hechos los del otro viernes, intentando convencer a la opinión pública que Evo Morales fue echado del poder mediante un golpe; un golpe raro en Bolivia, en el que los militares se manifestaron después que el mandatario huyó. La carreta delante de los bueyes. Lo único cierto es que Morales se asustó al verse descubierto en su escandaloso fraude electoral, se acobardó al ver a la población indignada por su mal gobierno, y, miedoso, sin oír siquiera un tiro, escapó abandonándolo todo.

Yo, con mis años, les recuerdo que Barrientos derrocó a Paz Estenssoro levantando a las FFAA; Ovando derrocó al Dr. Siles Salinas con un pronunciamiento del Ejército; Banzer tumbó a Torres luego de tres días de combates entre militares; y Pereda derribó a Banzer alzando primero a la Fuerza Aérea; como a Pereda lo derrocó Padilla; y Natusch a Guevara sacando los tanques a la calle; y García Meza, con el Ejército en pleno, a la señora Gueiler. El último golpe que se dio en Bolivia fue contra Sánchez de Lozada, pero ahí, como en la revolución de 1952, el derrumbe del Gobierno se produjo debido a que los militares dejaron de meter bala, porque, tras días de refriega, vieron que toda resistencia sería inútil ante lo inevitable.

Transcurrido un año de los acontecimientos, ahora, como un acto de magia, aparece Evo Morales y los masistas señalando que fueron expulsados del Palacio por un golpe militar ejecutado por Luis Fernando Camacho y por su padre. Quiere el expresidente hacer creer que no huyó de miedo, sino porque su vida estaba en peligro ante una sublevación militar y policial que habría propiciado Camacho, lo que se sabe que no es cierto sino idiota. ¿Camacho sería tan poderoso como para tumbar a un cacicazgo de 14 años?

A Evo Morales lo derribaron sus desmesuras, sus abusos, sus trampas, su egolatría, que fastidió a la gente al extremo de hacerla paralizar el país entero ante tanto desgobierno y despilfarro. Camacho fue el líder de un gran movimiento cívico que se inició en Santa Cruz, es cierto, pero no era Batman ni Superman como para barrer la Casa Grande del Pueblo ni entrarse volando con la Biblia al Palacio Quemado. Cuando eso sucedió el país entero respaldaba su acción y Morales estaba rumbo a México, luego de haber renunciado y haber hecho dimitir a toda la cadena sucesoria con el propósito manifiesto de dejar a la nación en caos.

Ahí apareció, ante el vacío de poder, para no traicionar a la democracia, la figura de Jeanine Áñez, porque constitucionalmente le correspondió obligatoriamente asumir el mando. Ya no estaba Morales y no había nadie gobernando. Lo que hubo fueron sus partidarios que empezaron a provocar desmanes sin cuento en El Alto y en Cochabamba, contra particulares y bienes del Estado, invocando a la guerra civil. Recién entonces actuaron las FFAA con una orden legal de la señora presidente. Es decir que las FFAA salieron a las calles cumpliendo rigurosamente con la Carta Magna.

Que el retorno del fiscalato masista se haya producido es otro cantar. A partir de ahora algunos fiscales volverán a darse vuelta la chaqueta y a reprimir como les enseñó el MAS, es decir, pagando los favores recibidos con obscenidad, armando acusaciones falsas, absurdas, descabelladas, como el proceso que se ha instaurado contra José Luis Camacho y el juicio de responsabilidades que quieren entablarle a la expresidente Jeanine Áñez. “No es venganza sino justicia”, dicen los masistas cuando se les acusa de que están en una verdadera cacería de adversarios como en las épocas del Hotel Las Américas. Pero todos sabemos que es venganza pura y que es el inicio de otra revancha que responde a una larga lista que seguramente Morales tiene guardada bajo su almohada.



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