Opinión

¡Qué pasa en el Congo!

1 de octubre de 2020, 5:00 AM
1 de octubre de 2020, 5:00 AM

Hace más de medio siglo, cuando mi padre vivía en el exilio en Chile, se puso de moda una canción que en Bolivia ya nadie la recuerda, por antigua. Decía: “¡Qué pasa en el Congo! ¡Qué pasa en el Congo! Que a blanco que pillan lo hacen mondongo”. Esta letra le causaba gracia a mi padre porque el Gobierno de la Revolución Nacional transitaba por sus últimos años, con peleas entre Paz Estenssoro, Siles, Lechín, Guevara y cuando se había modificado la Constitución para la reelección del Dr. Paz, lo que le costó el poder. Por entonces el Congo era un caos y Bolivia otro a nuestro modo. 

Aquí todo estaba en relativa calma hasta el lunes, cuando se ha producido una corrida de ministros del gabinete de Jeanine Áñez, que, según informan, se debe a rencillas internas que se han tornado insoportables. 

Esto, luego de la esperada y bien recibida renuncia de la señora Áñez a su candidatura presidencial, cuando todo parecía una taza de leche, y la presidente se había ganado aplausos con un buen discurso para la efeméride cruceña.

Esperemos que la situación no se convierta en estampida, porque no parece razonable ningún argumento que lo justifique, si las elecciones se producirán dentro de tres domingos y lo primordial que debe hacer el Gobierno, es preocuparse de administrar bien los comicios, además de apagar los incendios de Chiquitos y velar por que la pandemia no reviva. 

Fuera de preocuparse por unas elecciones limpias, no debería tratar de hacer cambios importantes, porque ya hizo lo que le correspondía hacer. 

Ahora se necesita a la mandataria segura, tranquila, vigilante también, para que el 18 de octubre haya unos comicios realmente ejemplares. 

Cuando esta nota aparezca en los diarios el día jueves, ya se conocerán los resultados de la segunda encuesta de Jubileo. Se anuncia, para el miércoles en la noche, dar a conocer esta nueva medición del voto. Puede ser decisiva, dependiendo si hay una variación sustantiva en cuanto a porcentajes con las posiciones anteriores. Si no hay cambios notorios, habrá llegado el momento de que se adopten las decisiones necesarias para ganarle al candidato del MAS, antes que sea demasiado tarde. 

Hasta aquella primera encuesta de Jubileo, sabíamos que Arce iba adelante, sin contar décimas, con 29%, seguido de Mesa con 19, Camacho 10, Áñez 7, Chi 3, Quiroga 2, Bayá 0 y Mamani 0. Para los candidatos democráticos las cifras eran pésimas, porque daban de hecho el triunfo a Arce en primera vuelta si no se contaban los votos de los indecisos. Esto provocó, justamente, que la presidente Jeanine Áñez retirara su candidatura, en vista de que, sin chance para disputar el mando, solo perjudicaría a quien se ubicara segundo en el momento de votar. 

Ahora, en esta segunda encuesta de Jubileo, no estarán los votos que favorecían a Áñez y se supone que habrá menos indecisos, y que quienes pensaban votar en blanco puedan haber cambiado de criterio. Es decir que, posiblemente, un 15 o 20% más de votantes podrían ser tomados en cuenta en esta medición del miércoles. Se supone que la mayoría de esos votos no irán a las arcas del MAS y se repartirán entre Mesa y Camacho. 

Si es así, Mesa podría estar dentro de los 10 puntos fatales, si Camacho no le ha quitado piso en su última arremetida en Santa Cruz y Beni. En ese caso, si Camacho le ha ganado votantes, ni él ni Mesa podrían, por separado, ganarle Arce. Ahí se presentaría el “suicidio colectivo” al que me referí en una nota anterior. Preocupa entonces que en estos momentos sucedan esos cambios ministeriales porque reflejan una idea de inestabilidad, lo menos que se debe proyectar internamente y hacia el exterior. 

Esto distrae lo único importante, y es cómo se puede vencer al MAS y quiénes serán los próximos candidatos en “bajarse” si no tienen posibilidades, para permitir un próximo Gobierno que, en lo posible, gane en primera vuelta y obtenga la mayoría parlamentaria necesaria para gobernar.

No seamos el Congo de la cancioncilla de mediados del siglo pasado, ni repitamos el bochorno atroz que provocó el fraude de Morales. Obremos seriamente, sin estruendos políticos innecesarios, cuando por delante solo le queda a esta administración dos meses de gestión y probablemente el recuerdo de haberle hecho un bien a la nación.

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