8 de agosto de 2020, 3:00 AM
8 de agosto de 2020, 3:00 AM

Lo que parecía una movilización dirigida por el Movimiento al Socialismo para reclamar elecciones el 6 de septiembre comienza a mostrar una faceta diferente que hace pensar que esas acciones persiguen otros objetivos políticos de desestabilización y, no hay que descartar, probablemente buscan la caída del gobierno de Jeanine Áñez.

Ninguna explicación fue suficiente para convencer a grupos movilizados; es más, a la COB y otras organizaciones afines al MAS no les interesa comprender que una elección dentro de 28 días -es el tiempo que resta desde hoy hasta el 6 de septiembre- es técnicamente imposible de realizar porque los tiempos ya no alcanzan para cumplir un calendario electoral.

En la etapa final de 60 días antes de la fecha de los comicios, un proceso electoral incluye la publicación de candidaturas, sorteos y publicaciones de jurados electorales, recepción de excusas para la labor de jurados y reemplazos, demandas de inhabilitación de candidatos, respuesta del TSE a esas demandas, impresión y distribución de papeletas de sufragio en todo el país y otras tareas.

Lejos de esa comprensión, en las carreteras los grupos afines al MAS protagonizan ahora actos violentos, como lo ocurrido en Samaipata, donde marchistas de ese partido sembraron miedo entre los habitantes de aquella población con piedras, palos y machetes, golpearon a ciudadanos e ingresaron de forma violenta al hospital y sacaron a golpes a varios médicos, según las más recientes informaciones.

En la ruta entre Cochabamba y Oruro otros bloqueadores también del MAS asaltaron dos camiones frigoríficos y saquearon 50 toneladas de carne de pollo, en una acción delictiva que excede cualquier límite de la legítima protesta.

Las imágenes que circularon son claras: los manifestantes se reparten desde los camiones los pollos y otros prefieren llevarse la carne incluso en las canastas contenedoras.

Los bloqueos también están dejando sin oxigeno a los hospitales; el jefe de la Unidad de Epidemiología del Ministerio de Salud, Virgilio Prieto, denunció ante la OEA que al menos 31 personas murieron en los últimos días por falta de oxígeno a causa de los bloqueos.

En sintonía con el creciente clima de tensión, desde Buenos Aires Evo Morales echa gasolina sobre el fuego y denuncia que supuestamente se gesta un golpe de Estado en el país para instaurar, en sus palabras, un gobierno de civiles y militares.

Y menciona, en su tuit, que “llegaron dos aviones con armas desde EEUU y desplazaron francotiradores a El Alto y Chapare”.

Esas declaraciones pueden tener un efecto de acrecentar el ya enardecido ánimo de los bloqueadores, pero también sirven como advertencia de un probable brote de violencia armada en esas regiones, con el antecedente de que allí donde actúan francotiradores normalmente es difícil identificar de qué lado del conflicto vinieron las balas.

Todos recordamos que en el pasado reciente, la práctica de los autoatentados y los montajes con heridos y muertos fueron habituales. Para el que hace política a la mala, la vida de las personas no vale nada. 

En las próximas horas, las ciudades comenzarán a sentir el efecto de los bloqueos, particularmente en el occidente del país con la escasez de los alimentos, y entonces se habrá cumplido la profecía del 18 de noviembre de 2019, cuando mediante una llamada al dirigente Faustino Yucra desde México Evo Morales instruía “Hermanos que no entre comida a las ciudades, vamos a hacer un cerco a las ciudades”.

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