20 de enero de 2022, 4:00 AM
20 de enero de 2022, 4:00 AM

“El amor está amenazado, tal vez muerto, o, en todo caso, bastante enfermo (…). ¿Quién es, pues, ese enemigo bajo cuyos golpes el verdadero amor sucumbe? Es el individualismo contemporáneo, la preocupación por referirlo todo a su precio en el mercado, la dimensión del interés con el que hoy se organiza el comportamiento de los individuos”.

Con estas inquietantes líneas, Alain Badiou introduce la obra de su colega Byun-Chul Han: La agonía del Eros, publicada inicialmente en 2012.

Una década después, con un mundo afectado por la pandemia del Covid-19, la profundización de las fronteras sociales y el insistente discurso individualista de los antivacunas, que contribuyen a la fragmentación del lazo humano y colectivo, considero preciso recordar algunas pautas de este texto. Pues, como Badiou también indica:

“El amor, en el fondo de su verdad, es en efecto rebelde a todas esas normas del mundo contemporáneo (…). por la simple razón de que no es, en absoluto, un simple pacto de coexistencia agradable entre dos personas, sino la experiencia radical, tal vez la única que pueda serlo hasta tal punto, de la existencia del otro”.

Entonces, ¿cómo reavivar al Eros en el contexto actual?

Byun-Chul Han menciona tres elementos, que considero fundamentales, para responder a esta interrogante: (1) dar cuenta del “infierno de lo igual”, que pretende despojar a los otros de su alteridad; (2) reconocer el exacerbamiento del narcisismo, en los sujetos contemporáneos; (3) entender la extraordinaria capacidad transformadora del amor, a partir de su virtud para salir de nosotros mismos.

“No solo el exceso de oferta de otros Otros conduce a la crisis del amor, sino también la erosión del otro (…) en el infierno de lo igual, al que la sociedad actual se asemeja cada vez más”.

Con este planteamiento inicial, el filósofo surcoreano cuestiona cómo lo “igual” -lejos de referirse a la igualdad de oportunidades- es configurado actualmente para alejar la diferencia, que representan los otros, de uno mismo.

Por un lado, esto ocurre por la condición de “igual” que ha motivado la sociedad de consumo, donde las personas son “iguales” en función a los productos que consumen. Así, se agrupan quienes adquieren ciertos tipos de autos, de aparatos tecnológicos, vestimenta o quienes comparten cuerpos “iguales”, como la delgadez, la nariz fina o la piel de determinado tipo.

Asimismo, lo “igual” amenaza al posible amor con otro, un distinto, pues los sujetos tienden a reconocer a aquel otro solo a través de las semejanzas con uno mismo, rechazando las virtudes de la diferencia.

A su vez, esto es consecuencia del creciente narcisismo en la era contemporánea, donde el sujeto “no es capaz de conocer al otro en su alteridad y de reconocerlo en esta alteridad. (…) Deambula por todas partes como una sombra de sí mismo, hasta que se ahoga en sí mismo”.

Esto no solo afecta la posibilidad de amar al otro, sino que profundiza uno de los principales males en la actualidad: el creciente individualismo, donde las decisiones pasan exclusivamente por la satisfacción del narciso, alejando su conciencia del colectivo.

El ejemplo más cabal de aquello son los sujetos antivacunas, quienes se niegan a aceptar la necesidad de cuidarnos los unos a los otros para salir de una crisis global. Una negación que, al condenar al otro, dista de su posibilidad de amarlo.

Quizás, diría Han, porque el amar a otro supone una inevitable transformación de uno mismo, la renuncia a una parte de sí, por ese otro.

“El poder del Eros implica una impotencia en la que yo, en lugar de afirmarme, me pierdo en el otro o para el otro, que me alimenta de nuevo (…) el amor interrumpe la perspectiva del uno y hace surgir el mundo desde el punto de vista del otro o de la diferencia”.

Amar nos mueve, nos sacude, nos cuestiona y nos conflictúa. Por lo mismo, en una sociedad de consumo, acostumbrada a lo fácil, inmediato y a la satisfacción individual, amar resulta aún más complejo. Sin embargo, reavivar este sentimiento es clave para nuestro presente y futuro, pues, como indica Han: “El Eros es el medio de incrementar la vida hasta la muerte”.

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