OpiniónEDITORIAL

Redes sociales y graves delitos

12 de octubre de 2019, 3:00 AM
12 de octubre de 2019, 3:00 AM

Hace más de tres décadas, internet se ha transformado en el pilar fundamental de la Era de la Información y la Comunicación, lo que ha permitido el desarrollo de la denominada sociedad red. La base de esta enorme transformación es la tecnología digital, la misma que permite la conectividad de miles de millones de personas en tiempo real a distancias infinitas. 

Un producto reciente de este avance tecnológico lo constituyen las redes sociales, esas plataformas virtuales que enlazan a personas y grupos en forma instantánea. 

Como toda tecnología, las redes sociales son instrumentos tecnológicos neutrales frente a los procesos humanos. No son ni buenas ni malas en sí mismas, todo depende del uso y el valor que les otorguemos para que se transformen en poderosas herramientas de interacción y desarrollo o en letales armas para la destrucción de los otros y de nosotros mismos.

Cuando las organizaciones de delincuentes y abusadores utilizan las redes sociales para perpetrar atropellos contra los derechos de las personas estamos ante un problema grave. Mucho más cuando las víctimas son menores de edad.

La evolución tan reciente de las tecnologías de la información ha hecho que niños y jóvenes sean de hecho, nativos digitales, con acceso más rápido y dinámico frente al universo de posibilidades que ofrecen estos instrumentos.

Delincuentes sexuales, verdaderos sicópatas, lo saben y por eso no extraña ver la proliferación de delitos utilizando perfiles falsos en las principales redes sociales como Facebook, WhatsApp, Instagram y otras.

La facilidad de acceso que tienen estas plataformas es una parte clave de este flagelo. Justamente, la comunidad internacional reclama a estas empresas tecnológicas que incluyan mecanismos cada vez más seguros para evitar estos delitos informáticos.

Un joven de 26 años ha sido detenido en las últimas horas acusado de captar menores de edad a través de un perfil falso en Facebook. Les ofrecía trabajo y, cuando acudían al lugar, daba dinero a cambio de favores sexuales. El modus operandi se repite a diario, dicen los policías que indagan este tipo de delitos graves.

La madre de una de las víctimas se dio cuenta a tiempo de estos atropellos y presentó una denuncia a la Policía, lo que permitió dar con el delincuente.

El caso debe llevarnos a la reflexión sobre el uso de las redes sociales en internet. Reiteramos, las tecnologías no son buenas ni malas en sí mismas. Es más, pueden tener un uso tremendamente positivo para la formación de niños y jóvenes si detrás de esa utilización hay la formación suficiente tanto de los usuarios como de los educadores, los padres de familia y, en general, de la sociedad en su conjunto.

Una primera precaución es la que deben tener los padres sobre el uso que hacen sus hijos de estas tecnologías. El control tiene que ser, sin duda, riguroso. Hoy las mismas tecnologías ofrecen a los padres instrumentos para detectar cuando los dispositivos se utilizan para la pornografía, por ejemplo.

Los mismos jóvenes deben tomar conciencia sobre el riesgo que tiene el mal uso de las redes sociales. Expertos vienen alertando que dichas redes son aprovechadas hoy por discursos de odio racial, productos manipuladores y noticias falsas. Romper con la ingenuidad y la excesiva confianza debe ser la regla para frenar estos delitos.

Pedófilos, pederastas, traficantes de personas, explotadores y abusadores están detrás de las redes todos los días. No hace falta entrar en pánico, simplemente tomar precauciones en conjunto: padres, educadores y estudiantes, en un proceso proactivo antes que punitivo.



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