Opinión

Reforma de la justicia, jucha taqawi

17 de septiembre de 2021, 5:00 AM
17 de septiembre de 2021, 5:00 AM

Una frase en idioma nativo que nos infiere a la administración de justicia y al derecho consuetudinario de la trilogía: no seas ladrón, mentiroso ni flojo, que todavía subsiste en las zonas campesinas.

Hoy existe una necesidad de reforma judicial, empero, la mayoría de las opiniones que se pueden releer en las diferentes hemerotecas de los órganos de prensa, apuntan a un presupuesto muy considerable para la precitada reforma, estipulando que solo el dinero y la infraestructura podrían posibilitar una reforma judicial efectiva y que significaría la plena seguridad de la población.

Lamentablemente para los dependientes del dinero para acometer una reforma judicial de superlativa magnitud y perenne en el tiempo y en el espacio, además de albergar un solo objetivo inderogable: transformar al país y a la mentalidad de los actuales operadores de justicia, esta no es la solución idónea y decantaría en un nuevo fracaso, pues cambiar la mentalidad de los actuales responsables de administrar justicia es imposible, similar a intentar cambiar los genes de una persona.

La reforma judicial apunta al éxito con capital humano nuevo y honesto que acceda a decidir sobre destinos de personas inocentes y culpables en forma justa, con indestructible formación y en constante actualización, además de ejercer tan decisivo cargo con un confesado apostolado.

¿Cuál es el origen de este deplorable estado de la justicia? El origen es el legado de los malos abogados, que luego acceden a jueces, a las nuevas generaciones que estudian Derecho sin profundidad ni intelección, similar a leer sin comprender, entonces menos se preocupan de la interpretación correcta de la leyes que no son inmutables; les han legado las malas prácticas para obtener dinero en los contenciosos en base a asentir como prelación la posición económica del dominante y, este es el punto de inflexión, donde los jueces se desembarazan de su famélica moral y se doblegan ante la certeza de dinero fácil y sin esfuerzo.

Es paradójico, debido a que los jueces actualmente están aceptablemente bien pagados en relacion a otros gremios: perciben un buen salario movible en función a los años de servicio, bonificaciones y seguro social; francamente esas condiciones les posibilitan vivir con sus familias sin restricciones en correspondencia al nivel de vida y el poder adquisitivo actual en el país.

La formación es la exigencia fundamental para reformar nuestra corrupta justicia y ¿quiénes deben formar a estos futuros jóvenes jueces? Los catedráticos con experiencia en la docencia, la interpretación de las leyes, la filosofía en el desarrollo del Derecho y sus especialidades, norma jurídica en la filosofía del Derecho, la lógica jurídica, la oratoria jurídica y el estudio de la conciencia moral. A estos catedráticos se los elegiría tras una exhaustiva y prolija investigación de su trayectoria como docente, virtudes y valores morales, naturalmente por su capacidad e idoneidad para transmitir conocimientos.

En esta reforma se deberá elegir a tres abogados jóvenes recién titulados y que ostenten el mejor rendimiento académico, tres por universidad en todo el país y que quieran con firmeza y decisión formarse para jueces.

Esta formación se impartiría durante dos años en cuatro semestres y el programa analítico rezaría: sistemas jurídicos de interpretación de las leyes, la Filosofia Jurídica tocante a la norma jurídica y a la lógica jurídica formal que comprende la metodología, las matemáticas, conjuntamente con los métodos que se utilizan en el Derecho como el exegético, gramatical, histórico, filológico y dialéctico, los sistemas jurídicos y la Oratoria Jurídica. El lugar ideal sería la escuela de jueces de Sucre u otra sede idónea. Cinco exámenes parciales cada semestre y un final; reprobar un semestre devendría en el alejamiento del postulante sin apelación.

La enseñanza de la interpretación de las leyes debe conducirse mediante la indagación de la voluntad interna del postulante, repudiándose cualquier fórmula solemne en cuya virtud hubieren podido desestabilizar la auténtica voluntad. El futuro joven juez solo limitará la voluntad en el caso que por razones superiores, procedentes ya sea por la necesidad de proteger a los incapaces, ya por el interés general y de orden público.

El lector inferirá que los temas precitados son altamente exigentes y de matizada intelección para formar a los jóvenes jueces con una estructura formidable y una base moral de conocimientos incorruptible. Los catedráticos asumirián la impartición de estos profundos conocimientos como un desafío a sus antecedentes.

Después de esta fase formativa exigente, los jóvenes futuros jueces ingresarán al foro de jueces y éstos, los actuales, deberán ser jubilados, para cumplir lo que exige una reforma. Esto último obligará a una reforma trascendental: disminuir la edad límite para optar para jueces, pues en qué segmento etario podríamos confiar si no en la juventud. Reformar es la modificación de todo lo pernicioso y rutinario para mejorarlo en su esencia.

Esta sugerencia de reforma es puntual debido a que establece el cómo y el porqué, no es genérica ni tangencial.

Raúl Pino-Ichazo Terrazas es Abogado

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