22 de septiembre de 2024, 4:00 AM
22 de septiembre de 2024, 4:00 AM

La marcha de los afines a Evo Morales debe llegar hoy a El Alto, en medio de advertencias de bloqueos y de enfrentamiento.

El masismo está llevando al país a un escenario de incertidumbre. Aunque los alfiles del expresidente se esfuercen en decir que la movilización es por los problemas que tiene la economía, queda claro que hay una pugna por el poder partidario y nacional y que hay dos caudillos peleando el territorio a costa de la inseguridad que generan en millones de bolivianos.

Cómo otros años, los discursos de cada bando siembran incertidumbre y angustia, especialmente con la proximidad del mes de octubre, que tradicionalmente es conflictivo desde que Evo Morales ha estado en el poder. Ahora, las advertencias hablan de que si los campesinos y juntas vecinales arcistas impedirán que la marcha evista avance; que si los cocaleros van a usar armas de fuego contra la población civil, etc. El objetivo es uno solo, ocupar el campo político y el espacio de los medios.

Lo que también queda claro es que, mientras Evo y Lucho pelean por el poder, poco se habla de la realidad nacional de falta de dólares y de carburantes; de la inflación creciente o de la incertidumbre ciudadana respecto al futuro. ¿Será un objetivo colateral de la marcha evista en coordinación con el gobierno arcista?

Lo cierto es que, a medida que avanza la marcha, van cambiando los argumentos que la sustentan. También se va poniendo en evidencia que los que caminan son las bases de algunos sectores sociales, pero no necesariamente los que lideran, entre ellos, el mismo Evo Morales que ha estado presente y ausente en diferentes momentos y que se lo ha visto subirse a una vagoneta japonesa de alta gama y del año. Punto aparte merece la denuncia del Gobierno de que el vehículo le pertenece a una joven de 21 años, hija de una persona que ha estado presa por narcotráfico.

Hay que analizar lo que encierra cada uno de los dos bandos en este conflicto. Tanto Evo Morales como Luis Arce y sus ministros intentan diferenciarse y se culpan por la crisis económica que vive el país, después de haber tenido miles de millones de dólares en caja, que fueron despilfarrando en 17 años de gestión. Ahora, ninguno lleva como bandera una propuesta que libere a los bolivianos de a pie de la pesada carga de no llegar a fin de mes por la disminución y precarización del empleo, la caída de las exportaciones y la falta de divisas para hacer negocios y generar producción.

Por otro lado, en esta pelea interna que exhiben se pone en evidencia, una vez más, la visión autoritaria de la política, que se ha demostrado en enfrentamientos físicos y verbales, en intolerancia y en agresiones a los periodistas (primeras víctimas del problema). La ausencia de diálogo es una constante. Todo es más de lo mismo. Nada nuevo para Bolivia.

Con un modelo agotado, con los bolivianos en la incertidumbre por las amenazas y falta de soluciones, la marcha del evismo contra el arcismo solo genera un hartazgo generalizado en la sociedad.

Hoy la marcha llegará a El Alto. Es posible que en el camino haya enfrentamientos y que ambos lados se victimicen. ¿Hasta cuándo soportar que esa pugna ocupe el campo político, en lugar de que se discuta sobre alternativas para la economía? Mientras la pelea tiene el foco de atención gubernamental, los incendios siguen devorando los bosques, se mantiene la duda respecto a la provisión de carburantes y las divisas siguen sin aparecer. Es decir, estamos en medio de la guerra de relatos y la realidad asfixiante en el día a día.

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