Santa Ana de Velasco cumplió 267 años de vida esta semana. La población lucha por conservar su historia y tradiciones

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31 de julio de 2022, 4:00 AM
31 de julio de 2022, 4:00 AM


Santa Ana de Velasco celebró su aniversario el pasado 26 de julio de julio. Fue fundada en 1755 por el padre jesuita Julian Knogler. Son 267 años de historia que tiene este pueblo misional que forma parte del municipio de San Ignacio de Velasco.

Santa Ana tiene varios atractivos turísticos, uno de ellos es su iglesia, que fue diseñada y planificada por los miembros de la compañía de Jesús. Pero cuando fueron expulsados, en 1767, los mismos pobladores se encargaron de terminarla. 

El resultado fue una iglesia sencilla con toques autóctonos donde resaltan las columnas y los capiteles, más simples que en otras iglesias misionales; la mezcla de mica y caolín de paredes favorece el reflejo de luz, los muros laterales presentan una franja decorativa y restos frescos.

En 1990, Santa Ana fue una de las seis misiones jesuíticas declaradas Patrimonio Cultural por la Unesco. La iglesia fue restaurada entre 1996 y 2000 por un equipo dirigido por el arquitecto suizo Hans Roth. Es el único templo que cuenta con un órgano jesuítico original.

Gestiones de mantenimiento
El Plan Misiones es un proyecto que, desde 2001, impulsa un programa de rehabilitación integral de las Misiones Jesuíticas de Chiquitos. Marcelo Vargas es su director, quien dice que Santa Ana es una parte importante de este plan.

 “El Plan Misiones es el gestor del sitio ante la Unesco y por ende es el único que puede intervenir en el conjunto misional, en cuidar ese patrimonio”, explica Vargas. “Después de la restauración hecha por Hans Roth a fines del siglo pasado, se iniciaron estos planes de mantenimiento para prolongar la vida y conservar el patrimonio”, menciona.

Plan Misiones entra a cada conjunto misional por lo menos una vez al año. Dependiendo de los recursos económicos que tengan pueden hacerlo dos veces. “Hacemos el mantenimiento preventivo, consolidación de muros, revoques, pintura mural, vemos las goteras, hidratación de maderas. Vemos todo lo que es la parte material del conjunto misional”, explica Vargas.

El trabajo en Santa Ana, al igual que en los otros cinco pueblos, se los realiza con los integrantes de la Escuela Taller de la Chiquitania que hay allí y que tiene un curso especializado que se llama Construcción Civil para la Restauración. “Son chicos que se forman en albañilería, con manejo de técnicas tradicionales, pero además con una formación en técnicas contemporáneas”, dice Vargas. 

Tejedora de Santa Ana de Velasco/Foto: Andrés Unterlaedstatter

Son los mismos jóvenes de las comunidades de Santa Ana los que asisten a esta escuela taller, y lo que se quiere es mantener las prácticas de mantenimiento que antes había en los diferentes conjuntos misionales.

“Santa Ana es uno de los pueblos donde hay mayor participación de la comunidad en estas acciones de mantenimiento y restauración”, señala Vargas. “El año pasado hemos terminado la reconstrucción de la torre de la Iglesia, y ese trabajo lo hicimos entre los chicos, los cabildos y gente de las comunidades”, indica el director del Plan Misiones. “Queremos que ese trabajo de mantenimiento recaiga en la gente misma de Santa Ana y no en personas externas de allí, que vienen, hacen su trabajo y se van”, expone Vargas.

Memorias y tejidos
Y si se habla de proteger un patrimonio, el artista y diseñador de modas, Luis Daniel Ágreda, estuvo investigando y desarrollando durante un año un trabajo en conjunto con las tejedoras y artesanas de Santa Ana. El resultado fue una colección de moda con detalles de los tejidos tradicionales de las mujeres de ese pueblo que se mostró en la exposición denominada Viste Santa Ana, que estuvo en abril, durante diez días, en la Casa de la Cultura Raúl Otero Reiche. 

Cada vestido llevaba el nombre de la tejedora que había elaborado las aplicaciones que lo distinguían. “Cuando iba a empezar a investigar el trabajo de las tejedoras de Santa Ana nos habían informado de que solamente quedaban dos mujeres que conocían las técnicas de tejido y que las dos eran adultos mayores. Cuando fuimos allá a hacer relevamientos de datos y también para saber por qué se había dejado de tejer, nos encontramos con que ocho artesanas habían abandonado este trabajo hacía unos 4 a 10 años antes de la pandemia. Eso nos daba un escenario de que no solo se había desactivado un escenario productivo desde este conocimiento que era el tejido en telar, sino que también corría el riesgo de perderse este conocimiento porque, evidentemente, si se había dejado de tejer, la cadena de transmisión de conocimiento también se había cortado”, explica Ágreda.

El diseñador manifiesta que lo que querían con el proyecto Viste Santa Ana era reactivar un territorio productivo. “Si bien nosotros fuimos enfocados en querer reactivarlo desde la producción de tejidos o de conocimientos artesanales, indirectamente, y de forma casi inmediata, también se reactivaron otros conocimientos, como la carpintería, la talabartería, el tallado de los rosarios. Fuimos encontrando que tienen otros conocimientos, que los siguen conservando y que hay que proteger también”, señaló Ágreda.

Finalmente, el diseñador espera que haya una nueva puesta en valor de estos pueblos chiquitanos a través del rescate de sus conocimientos.

La cultura viva
Antonia Rocha estuvo trabajando hasta el año pasado como coordinadora de la escuela de música de este pueblo y es conocedora de la movida cultural en Santa Ana. Rocha espera que en esta gestión haya más apoyo para las expresiones artísticas de la zona.

 “Nos falta implementar más la música autóctona de este lugar. Nos falta un profesor que enseñe a preservarla. En cada fiesta del pueblo hay gente que toca esta música, pero son muy mayores ya. Necesitamos jóvenes que los reemplacen, pero no hay mucho incentivo para eso”, resalta Rocha.

El legado musical de Santa Ana de Velasco ha permanecido por siglos/foto: APAC

La Orquesta de Cuerdas de Santa Ana se formó en 1998 y ha participado en varias ediciones de los festivales de música barroca del departamento. Adalid Poquiviquí fue su director y ahora es profesor de apoyo de este conjunto musical.

 “Santa Ana es la cuna de la música barroca, su escuela está en el corazón de los pobladores hace tres siglos”, menciona Poquiviquí y recuerda cuando se hizo la restauración del órgano jesuítico de la iglesia y se encontraron en su interior alrededor de 5.000 partituras de música barroca.

Poquiviquí recuerda que las cosas han ido mejorando desde que apareció la pandemia del covid-19. “La escuela de música estuvo a punto de desaparecer. Los profesores teníamos que buscar trabajo en otras cosas y abandonamos a nuestros alumnos”, explica.

“Nuestro sueño es tener nuestras propias instalaciones, contar con más profesores y reabrir la escuela de canto y coros”, menciona Adalid, que también espera la oportunidad de becas para los chicos que ya terminan el colegio.

Actualmente, la alcaldía de Santa Ana paga el sueldo de dos profesores y la Fundación Latinoamericana de Desarrollo (Flades) paga de otros dos. Flades también se encarga de pagar el alquiler del local para la escuela, les donó una computadora, impresora y una televisión. “Ellos nos apoyan también con nuestros viajes”, dice Poquiviquí.

Hace un mes, Flades, el Colectivo Cultural Churapa y la Secretaría Municipal de Cultura y Turismo, lanzaron un proyecto que busca apoyar el desarrollo de Santa Ana de Velasco, ya que, precisamente, fue una de las poblaciones chiquitanas más afectadas por la pandemia de coronavirus.

Flades ha comenzado a trabajar con siete de las ocho comunidades que existen en Santa Ana. En cada una de ellas se creó una Unidad Productiva Comunal, con una visión empresarial y con el acuerdo que, de las utilidades, se destinará el 15% para la manutención de las escuelas de arte. Ya se realizaron los estudios de suelo y así se sabrá el potencial de la tierra. “Buscamos que el proyecto funcione en Santa Ana para replicarlo en otros pueblos de la Chiquitania”, mencionó la fundación en un documento de prensa.

Este proyecto, con una duración de cinco años, beneficiará a más de 1.500 personas (más del 90% de Santa Ana), 259 familias (88% del total) y más de 80 estudiantes (reapertura de la Escuela de Música). Se desea recaudar más de tres millones de dólares. También se prevé construir, en un futuro, una Escuela de Artes (música, tallado, pintura, tejido), que llegaría a costar más de un millón de dólares. 

Santa Ana de Velasco tiene una historia muy rica y un patrimonio que tiene que cuidarse más.