21 de septiembre de 2022, 4:00 AM
21 de septiembre de 2022, 4:00 AM


Para el año 2030, el departamento de Santa Cruz tendrá una población superior a los 4 millones de personas, el 30% del total nacional. Santa Cruz de la Sierra se habrá unido a Cotoca, Warnes, Porongo y La Guardia, conformando una gran red metropolitana donde vivirá el 70% de los cruceños.

Su aporte al PIB nacional habrá pasado del 30 al 35% y su contribución a las arcas públicas bordeará el 50% del total del país, como resultado del crecimiento de la agroindustria y agroenergía, ganadería, minería, construcción, servicios financieros, startups y transporte.
Con muchas dificultades, habrá logrado la incorporación progresiva de la biotecnología en la agroindustria, lo que activará un potencial productivo sin precedentes que aumentará la exportación por el Atlántico y el Pacífico, a través de los corredores bioceánicos dinamizados por los países limítrofes.

La incorporación plena de Bolivia al Mercosur, y la creciente demanda de alimentos, minerales y energía desde Asia y Europa, sumados al pleno funcionamiento del Mutún y de la Hidrovía, atraerán inversión pública y activarán el interés de las empresas nacionales y extranjeras hacia la región, generando las condiciones para proyectar al país hacia un nuevo ciclo de desarrollo y crecimiento, esta vez más diverso y sostenible.

Para 2030, el departamento concentrará la inversión privada y albergará a la mayor cantidad de las grandes, medianas, pequeñas y microempresas del país. Un nuevo ejército de jóvenes profesionales, egresados de sus universidades e institutos técnicos, sumados al creciente número de titulados del resto del país que migran a Santa Cruz, ocuparán las plantas ejecutivas y gerenciales de esas empresas, y habrán incorporado cambios profundos en temas como la igualdad de género, la inclusión, la asociatividad, el rol del conocimiento y la tecnología, y la responsabilidad social.

Pese a algunos avances en normativas y a la concreción de algunas alianzas público privadas, las empresas cruceñas aún lidiarán con problemas como el contrabando, la informalidad, la presión tributaria y salarial, los bloqueos y la competencia desleal, que pondrán a prueba su fortaleza, pero no frenarán su crecimiento y expansión.

En los próximos años, Santa Cruz tendrá nuevos problemas aún más difíciles que los enfrentados hasta ahora: de ellos, quizá el más urgente sea el medioambiental.

Habrá más sequías e inundaciones por el cambio climático. Los incendios forestales, la tala ilegal de bosques y la erosión, van a seguir causando estragos en la Chiquitania, el norte y el Chaco, mientras que la concentración poblacional acelerada, el aumento del parque automotor, y la lentitud en los planes de industrialización de los desechos, van a empobrecer la calidad medioambiental, especialmente en la gran urbe metropolitana.

Los problemas sociales más agudos estarán en el ámbito laboral, la seguridad ciudadana y la salud. Un mayor dinamismo de la economía no será suficiente para responder a la creciente demanda de trabajo formal, y se acrecentará el empleo precario. El Estado no podrá responder adecuadamente a los problemas de salud pública, asociados a las enfermedades crónicas y mentales o la aparición de endemias y pandemias; y temas no resueltos como la pobreza, el narcotráfico y el sostenido debilitamiento del sistema judicial, aumentarán la violencia ciudadana y la delincuencia.

En 2030, Santa Cruz será mayoría en el Parlamento y se convertirá en el departamento más importante para definir temas de agenda pública, sin embargo, seguirá la tensión con el centralismo y difícilmente tendrá más capacidad de incidencia debido, en parte, a la incapacidad de su élite política para construir un proyecto nacional y traducir el éxito económico y social en una alternativa de poder.

Esta previsión hacia 2030, basada en probabilidades, muestra que, en su 461 aniversario, Santa Cruz visualiza un futuro promisorio que puede alcanzarse en mayor o menor tiempo, pero que es insoslayable. Pero también evidencia grandes y peligrosos desafíos que precisan de unidad, compromiso y fortaleza de sus habitantes, y sobre todo la lucidez de sus líderes para entender que nuestra tierra ha dejado de ser la lejana esperanza y es hoy el departamento llamado a liderar el crecimiento y el progreso de todo el país, porque Bolivia no puede ser sin Santa Cruz y Santa Cruz no puede ser sin Bolivia.

Nos toca pensar en cómo llevaremos adelante esta tarea desde la enorme responsabilidad que la Patria nos ha encomendado.

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