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24 de septiembre de 2024, 4:00 AM
24 de septiembre de 2024, 4:00 AM

En estos tiempos difíciles para el país, Santa Cruz ha demostrado ser el motor que impulsa una nueva visión para Bolivia. Las crisis política, sanitaria, medioambiental, económica y social han golpeado a la nación en los últimos años, pero Santa Cruz ha emergido como el faro que guía a Bolivia hacia un futuro mejor.

Aún hoy, mientras el occidente del país sigue sumido en una lucha política que prioriza intereses partidarios sobre el bienestar nacional, y el oriente sufre los devastadores efectos de incendios forestales, Santa Cruz celebra su aniversario con el optimismo de siempre, mostrando una resiliencia inigualable y una visión de desarrollo más inclusiva y abierta que la del resto del país.

No cabe duda de que Santa Cruz ha asumido un liderazgo en todos los ámbitos de la vida nacional. Antes, se le reconocía principalmente como la locomotora económica de Bolivia, pero hoy ese liderazgo es integral, incluso en el ámbito político, un espacio que históricamente dominaba La Paz.

Fue desde esta tierra cruceña que surgieron los movimientos políticos que frenaron los intentos totalitarios del MAS durante el tercer mandato de Evo Morales. También aquí nacieron las iniciativas autonómicas y otras causas de interés no solo regional, sino nacional. A pesar de la tímida respuesta inicial, los demás departamentos terminaron sumándose a la visión cruceña, porque también se cansaron de un modelo masista que, pese a sus promesas, resultó ser centralista, ineficaz y corrupto.

Durante la pandemia, cuando el pronóstico internacional para Bolivia era sombrío, Santa Cruz se convirtió en el sostén que aseguró la estabilidad alimentaria, la continuidad de las exportaciones no tradicionales y brindó oportunidades laborales en medio de la crisis global.

Hoy, Santa Cruz es el crisol de la bolivianidad. El último censo, impulsado en gran parte por la presión cruceña en beneficio de todo el país, confirmó que esta región alberga a la mayor cantidad de bolivianos.

En medio de la crisis nacional, reconforta saber que el empuje cruceño sigue perfilándose como la tabla de salvación de Bolivia. Resulta curioso que los marchistas, que estos días han llegado a La Paz, se autoproclamen salvadores de la patria en sus pancartas. Ya nadie les cree. Su tiempo ha pasado, y ahora el país busca un nuevo rumbo.

Las cifras respaldan esta afirmación. Según datos del IBCE, el aporte de Santa Cruz al PIB nacional ha crecido constantemente desde 2011, cuando representaba el 27,1%, hasta alcanzar el 31,5% en la actualidad. Incluso durante la pandemia, el PIB cruceño apenas disminuyó menos de un punto porcentual.

Santa Cruz produce el 77% de los productos agrícolas y el 51% de los productos pecuarios del país, liderando las exportaciones en ambos sectores con un dominante 88% del total. En términos globales, el departamento contribuye con casi un tercio de todas las exportaciones bolivianas.

Además, Santa Cruz cuenta con los mejores índices de desarrollo humano de Bolivia. Incluso el índice de Gini, que mide la desigualdad en la distribución del ingreso, es más favorable aquí que en el resto del país. Es evidente que el modelo cruceño ha generado más bienestar para los bolivianos que el modelo centralista impuesto por los gobernantes de turno.

Por todo esto, este 24 de septiembre, Santa Cruz tiene mucho que celebrar, a pesar de las adversidades. La pujanza, resiliencia y visión de los cruceños, tanto de los nacidos en esta tierra como de aquellos que llegaron de otros rincones del país, son razones para sentirse orgullosos y optimistas sobre el futuro. Hoy, más que nunca, Santa Cruz lidera el camino hacia una Bolivia más próspera e inclusiva.


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