La mayoría de los entrevistados vislumbra con desconfianza la gestión que inicia; dicen que hasta la fecha no han recuperado las cifras previas a la crisis de 2019 y que en provincias la situación es más crítica

24 de enero de 2023, 7:49 AM
24 de enero de 2023, 7:49 AM

Primero fue la crisis de octubre de 2019, luego llegó la pandemia, que se prolongó hasta 2021. Y cuando se esperaba una relativa normalidad política en 2022, el sector hotelero se encontró con un país en constante convulsión social y política, con paros, bloqueos y un panorama incierto, que se sigue prolongando en lo que va de 2023.

Para la mayoría de los entrevistados, las perspectivas de la hotelería no son las más alentadoras, por lo menos no en el corto plazo. Sin embargo, hay excepciones dentro del panorama de incertidumbre, con nuevas inversiones y proyección internacional.

Para Herman López, del Hotel Villa Magna y miembro de la Cámara Hotelera de Santa Cruz, los efectos más graves para el sector se dieron entre marzo de 2020 y septiembre de 2021. Estimó que en ese periodo se dio el cierre de aproximadamente 40 establecimientos de diferentes categorías en la capital cruceña.

Según él, los hoteles que sobrevivieron también redujeron costos operacionales al mínimo, “situación que aún se mantiene”, aseguró López, aclarando que la hotelería es muy sensible al clima político y social nacional, pero también al internacional.

Estimó que en los próximos dos años el deterioro será mayor. “Economías mundiales emisoras de turistas, como por ejemplo Alemania, entrarán en recesión. Por otro lado, en Bolivia, con las malas decisiones económicas: empresas deficitarias, agotamiento del gas, caída de las reservas etc., será muy difícil mantener la estabilidad económica. No soy muy optimista,” confesó.

A modo de pantallazo, Luis Pomarino, CEO de LP Hoteles, dijo que en la pre pandemia había un crecimiento sostenido de 5 y 8% de visitantes extranjeros a Bolivia, llegando al pico en 2019, y que con la pandemia se registró una caída de casi 65%, en 2020.

“Pasada la pandemia hubo una recuperación. En  2022, el crecimiento fue de un 35%; sin embargo, se estimaba que llegaríamos a 700 mil extranjeros”, explicó.

Del mismo modo, Pomarino indicó que, en Bolivia, la recuperación hasta niveles de pre pandemia, recién ocurrirían en 2024.

Sede de eventos

Al ser Santa Cruz una plaza de eventos, Pomarino reconoció que los últimos conflictos sociales, concentrados en el departamento cruceño, afectaron en gran manera a la hotelería, especialmente en noviembre y diciembre, considerados meses fuertes.

“Se nos cancelaron más de 15 eventos entre noviembre y enero por la inestabilidad política y social. Además, ahora, con el conflicto de fin de año, tuvimos casi un 60 a 70% de cancelaciones en el feriado del 1 de enero”, compartió.

Otro tema que, según Pomarino, está influyendo, es la convulsión en Perú, ya que se recibe bastante rebalse del turismo de ese país. 

“Normalmente los extranjeros hacen un tour, ligan el Salar de Uyuni, el Lago Titicaca y Machu Pichu. Tuvimos bastantes cancelaciones por los conflictos en Perú. Siempre queremos ser optimistas, pero vemos 2023 como un año nuevamente complicado”, lamentó.

La organizadora de eventos Ximena Jiménez, dijo que el 80% de sus actividades se realizan en hoteles, y que 2019 ya fue un año “malo”, tanto por la quema de la Chiquitania como por la convulsión de 2019.

Esta mala racha se prolongó hasta 2021, y en 2022 los eventos empezaron a reactivarse, pero Jiménez dijo que tanto el paro de 36 días como la aprehensión de Camacho le redujeron los eventos en noviembre y diciembre.

“El problema de 2023 es que la inseguridad política nos genera incertidumbre y será complicado mientras existan situaciones como las que estamos viviendo. Supuestamente se habla de una perspectiva positiva en lo económico, no sé si en lo político el Gobierno acompañe”, afirmó.

Jorge Baldivieso, CEO de Novotel, recordó que durante décadas, en Bolivia el turismo, estrechamente relacionado con la hotelería, tuvo continuo crecimiento y profunda diversificación.

“Hasta 2019, el turismo fue el cuarto producto de exportación más importante del país, después del gas natural, oro y otros minerales, estaba por encima de la soya y sus derivados. La cadena del turismo tiene gran impacto en hospedaje, transporte, eventos, etc., y en generar fuentes de empleo y de divisas, que ayudan a la estabilidad macroeconómica”, dijo.

Previamente a la pandemia, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2018 y 2019 Bolivia recibió a casi 1,4 millón de extranjeros al año; mientras que en 2022, con suerte se llegó a 403 mil.

Para Baldivieso, si bien en Santa Cruz existen franquicias con estándares internacionales, falta apoyar al sector turístico y hotelero con mayor competitividad de aerolíneas, y de una vez contar con un HUB, “ya que el 37% de los viajeros llegan por esta vía”, indicó.

Asimismo, lamentó que en los últimos tres años, la hotelería se moviera entre pandemia, problemas de incentivo al turismo, así como conflictos políticos, con impacto negativo en la generación de empleos y divisas.

“No contamos con mayor flota de aviones o líneas comerciales y suman restricciones, como las visas. Hay que incentivar a los viajeros, se genera más por el consumo que por una visa”, apuntó.

Cree que la gran diversidad boliviana es una oportunidad que debería ser mejor aprovechada.

Excepcional

Samuel Doria Medina Monje, gerente general del Hotel Los Tajibos, dijo que 2022 fue un año desafiante, y que pese a la pandemia y a los conflictos sociales mantuvieron altos niveles de demanda y concretaron dos grandes proyectos: la integración a Tribute Portfolio de Marriott Internacional, una colección premium de hoteles independientes; y la inauguración de Sunset Tower, de nueve pisos.

En cuanto a 2023, adelantó que Los Tajibos continuará consolidando y optimizando su liderazgo. Recibimos la mayor cantidad de huéspedes extranjeros, cifra que se incrementó a partir de nuestra integración a Tribute Portfolio de Marriott Internacional”, cerró.