24 de noviembre de 2022, 4:00 AM
24 de noviembre de 2022, 4:00 AM


Potosí se ha cansado de tanto bullying.

En algún momento de la historia, que no pude determinar, pasó de ser la ciudad opulenta y centro de la economía del pasado al epítome de lo malo y despreciable que es hoy.

Y, como todo, eso tiene una explicación económica: mientras la Villa Imperial era el emporio de plata más importante del mundo, se la respetaba y ponderaba. Sí, se admitía sus defectos, como el cruel frío de sus noches invernales, pero se ponderaba más su prodigalidad de minerales, y la riqueza que esto motivaba.

Ahora, en cambio, el peso de la economía está en otro lado y a los pies del Cerro Rico se batalla para sobrevivir. Es más… la mismísima montaña de plata está herida de muerte.

Ya no es el centro económico del mundo y, como ha dejado de ser el pariente rico, se la trata con desprecio.
Ahora el frío sí cuenta. Recuerdo que, cuando Samuel Blanco estaba vivo, uno de los obstáculos en la contratación de futbolistas para el Real Potosí era los miramientos que estos tenían con el frío… eso y la falta de vida nocturna.

Pero, además, se mira a Potosí como el pariente pobre y apestado. Si a eso se agrega el racismo que no puede superar Bolivia, tenemos todos los ingredientes como para convertir a Potosí en un referente de lo indeseable.

Eso explica la actitud de esa chiquilla, Fernanda Pavisic, que señaló a una candidata de piel un poco más oscura, dijo “Potosí” y se desternilló a carcajadas. No es ella. Son los demás, los no potosinos que nos miran más o menos igual que ella.

Cuando un niño en la escuela es mirado con desprecio, cuando se le señala con el dedo, se le etiqueta o hace chistes malos respecto a su tono de piel o su estatura, a eso se llama acoso escolar y los gringos, a los que tantos bolivianos son afectos, le dicen bullying. Eso es lo que se ha estado haciendo con Potosí en las últimas décadas y los potosinos nos hemos cansado. Por eso hay una reacción unánime contra el video de Fernandita y se ha accionado procesos penales desde diferentes frentes, sin (nunca mejor dicho) distinción de colores.

El presidente del Comité pro Santa Cruz, Rómulo Cuéllar, se ha preguntado qué hacen los cruceños en un país que no los quiere. Eso es mentira. Bolivia quiere a Santa Cruz, y a su gente. El que no los quiere es el Gobierno y nuestros hermanos cruceños no pueden meternos en la misma bolsa.

A quien no quiere Bolivia es a Potosí, el hermano que los mantuvo desde siempre, el que se sacrificó desde el principio para mantener a la familia y ahora, que está viejo y cansado, solo recibe desprecio de los hermanos que se beneficiaron de él.

Así nomás son las cosas. Que no venga Calvo a hablar de falta de cariño de los bolivianos… que busque un mejor pretexto para su separatismo.

Tags