23 de mayo de 2023, 4:00 AM
23 de mayo de 2023, 4:00 AM

Hace algunos días se celebró el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información. La fecha fue instituida en 2005, cuando la la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información solicitó a la Asamblea General de las Naciones Unidas que declarase la fecha como celebración mundial para sensibilizar a la sociedad sobre las posibilidades que el uso de Internet y otras tecnologías de la información y la comunicación (TIC) pueden ofrecer a las sociedades y economías.

En términos generales se afirma que las TIC pueden contribuir a la transformación de la educación, promover mejoras en la atención sanitaria y acelerar la acción climática para alcanzar todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Pero la realidad es distinta, casi opuesta. Hoy, los verdaderos retos de la sociedad de la información son:  la brecha digital, la proliferación de los discursos de odio y la desinformación diseminada como noticias falsas o contenidos creados con inteligencia artificial para manipular a las sociedades y afectar sus conductas.

¿Cuál es la situación en Bolivia? Según la Autoridad de Transportes y Telecomunicaciones, el primer semestre de 2022, Bolivia alcanzó los 12,10 millones de líneas activas; es decir, más de un teléfono inteligente por habitante, de las cuales, el 75% se concentra en el eje troncal: La Paz, Santa Cruz y Cochabamba.

También hay datos que llaman la atención, por ejemplo, por cada 100 habitantes Oruro tiene 132 líneas móviles y La Paz 118 y, por otro lado, Santa Cruz cuenta con la mayor cantidad de conexiones a internet fijo de todo el país. Esos y otros indicadores deberían servir de insumo para orientar las políticas públicas que apunten a una mayor democratización del acceso a las telecomunicaciones.

Sobre el particular, una de las grandes interrogantes que amerita una pronta respuesta es la verdadera utilidad del satélite Tupac Katari. El millonario proyecto fue vendido como la gran panacea para que las poblaciones rurales accedan al internet y con ello no sólo se mejoren las telecomunicaciones sino los servicios de salud y educación. Pero nada de ello ha sucedido. Los servicios del satélite son caros y sólo pueden ser costeados por grandes empresas públicas o privadas, la vida útil del satélite es de 15 años y ya lleva 10 de funcionamiento sin que nada haya cambiado sustancialmente en Bolivia.

Al margen de los temas de infraestructura, también es necesario reflexionar sobre las consecuencias peligrosas y perversas de la desinformación; de esos contenidos virales premeditadamente manipulados que afectan el estado de ánimo de los usuarios de redes sociales.

Varios estudios realizados en Bolivia han demostrado que las mentiras sobre las vacunas contra el covid-19 han tenido efecto y que, en materia política, algunos actores han recurrido a este mecanismo para afectar el proceso electoral de 2020 tanto para atacar al rival de turno como para alimentar mitos sobre el Padrón Electoral o supuestas dobles votaciones.

¿Cómo cuidar a la sociedad de este flagelo? En una sociedad democrática, el Estado debe dejar de restringir el acceso a la información pública, debe implementar políticas de transparencia, la justicia debe dejar de usar artificios para que la sociedad pueda seguir de cerca cada proceso judicial, a lógica excepción de causas que comprometen a menores o a la seguridad nacional,

También es importante y fundamental que se implementen verdaderos planes de alfabetización mediática e informacional para que la sociedad en su conjunto desarrolle un espíritu crítico y que cada persona se interese más en conocer la opinión del otro, antes que sumergirse en su propia burbuja. El reto es bastante grande. El desafío está en las manos y, por qué no decirlo, en el teclado de cada persona.

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