El mensaje más importante es que debemos prepararnos, en la juventud, para tener una vejez saludable

El Deber logo
9 de febrero de 2024, 10:56 AM
9 de febrero de 2024, 10:56 AM

Por Coral Cristaldo, médica internista

Al leer la palabra fragilidad, inmediatamente pensamos en el riesgo de que algo se rompa y ese significado también puede ser extrapolado a la salud, tanto así que la fragilidad en medicina del adulto mayor ya se conoce como un estadio previo a la discapacidad, es decir, a la pérdida de las habilidades para realizar las actividades de la vida diaria. La fragilidad incluye aumento del riesgo de morir, susceptibilidad inusual de enfermar, pérdida de la fuerza y la resistencia.

Es un estado que incluye varias alteraciones de manera simultánea: problemas fisiológicos que afecten la movilidad, el equilibrio, la fuerza muscular, el procesamiento motor, la nutrición, la cognición, la resistencia y la actividad física.

Está asociado al envejecimiento y se caracteriza por una disminución de la reserva fisiológica que se traduciría en el individuo en un aumento del riesgo de incapacidad, una pérdida de la resistencia y una mayor vulnerabilidad ante eventos adversos, asociándose a mayor número de enfermedades, internaciones y muertes.

Este conjunto de problemas hace que la capacidad de resistir algunas enfermedades agudas esté muy limitado y nos explica la causa por la cual enfermedades virales como el Covid, la influenza o el dengue se cobren más vidas humanas en estado frágil, que otras en estado de capacidad funcional activa.

Las preguntas clave para detectarla son:

1. ¿Se siente cansado la mayor parte del día?
2. ¿Es capaz de subir un piso por las escaleras?
3. ¿Es capaz de caminar una manzana?
4. ¿Tiene más de cinco enfermedades?
5. ¿Ha perdido más del 5% de su peso en los últimos seis meses?
Si responde positivamente a más de una de estas preguntas está en riesgo de considerarse frágil.

Paralelamente, se puede evaluar la velocidad de la marcha en cuatro metros, considerándose frágil si es menor a 0,8 m/seg. Además, deben considerarse en la evaluación los factores emocional, psicológico y social.

Creo que el mensaje más importante es que debemos prepararnos, en nuestros años de juventud, para llegar a tener un envejecimiento saludable y autónomo trabajando activamente en:

1. Promover la independencia responsable, aceptar ayuda en caso de necesidad y no tomar riesgos innecesarios.
2. Promover el mayor grado de actividad social, emocional e intelectual posible.
3. Reforzar roles y modelos reales y positivos de los adultos mayores en la sociedad.
4. Prestar especial atención a la nutrición correcta y la actividad física regular.
5. Realizar evaluaciones médicas periódicas, evaluando siempre los medicamentos y estrategias más apropiadas para cada persona.
6. Tener como objetivo de vida el envejecimiento exitoso y una vida plena y saludable.