Tradición familiar. cuatro generaciones de músicos que son sinónimo de banda

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24 de enero de 2021, 19:01 PM
24 de enero de 2021, 19:01 PM

El cielo gris amenaza con empapar aún más la húmeda Santa Cruz de la Sierra, mientras en la casa de la familia Suárez Rojas se escucha "Cuando muera el Carnaval". La pieza del legendario Zoilo Saavedra cobra fuerza en la tierra donde la fiesta grande ya no será más, por lo menos, no este 2021, tan sombrío como el año antecesor que trajo la pandemia, que se llevó a tanta gente valiosa y que cada día suma más víctimas.

A esa penosa lista se ha unido Carlos Pedro Suárez López, Papito como lo recuerdan sus más cercanos, Perucho Jr., como el nombre que dio continuidad a una tradición familiar de banderos que abarca cuatro generaciones.

Es jueves 14 de enero, Suárez se ha ido, a los 53 años, al encuentro con su padre, Pedro Suárez Paz y con su abuelo Pedro Suárez Mendoza. En tanto que acá le dicen adiós sus hijos Carlos Pedro y Miguel Ángel, los herederos de una de las bandas emblema de esta Santa Cruz alegre y bullanguera: la banda de Perucho.

Junto a su madre, Sonia María Rojas, los jóvenes músicos acompañan los restos del querido personaje cruceño, a la vez que la banda toca aquellas piezas que Suárez alguna vez tocó y que hoy son para élAmigo, Échame a mí la culpa, Tumba negra, Perdóname y otras canciones simbólicas y entrañables.

Pero era la música del oriente boliviano la que corría por las venas de Suárez, como en las de sus antecesores, aquellos que forjaron un nombre y le pasaron la batuta, la que hoy toman los jóvenes de la familia.

Esta historia, que se escribió entre trompetas, tambores, bombos y platillos, comienza hace 96 años y es la de los maestros banderos, que dejaron una valiosa herencia de artistas en Santa Cruz de la Sierra.

Toro Suárez

Pedro Suárez Mendoza nació en Santa Cruz de la Sierra el 4 de marzo de 1925, era conocido como Toro pero también como Perucho. Sus padres fueron Segundo Suárez y Práxedes Mendoza.

El primer Perucho de esta estirpe criolla de músicos empezó tocando los platillos en una banda local. Luego pasó a tocar la tuba, el bajo y, finalmente, la trompeta.

Así nace esta identificación de los Suárez con este instrumento, cuya ejecución se convirtió en la marca de los hijos, nietos y bisnietos de Toro.

Suárez Mendoza fue alumno de Sixto Cossío, uno de los maestros de banda más reconocidos a principios del siglo XX. Gracias a él aprendió a leer música y a componer canciones en diversos ritmos, especialmente taquiraris, carnavales y polcas. También tuvo como maestro de música a Susano Azogue, el autor de El Paúro y Carretero enamorau y al gran pionero de las bandas en tierra cruceña: el legendario Mateo Flores.

Suárez fue director de la banda de música de la Policía Boliviana, que llegó a dirigir durante 25 años. Dejó una serie de obras, que, aunque dispersas, quedaron registradas en un par de discos que grabó en Brasil y en La Paz en los años 70 y 80.

Algunas de esas composiciones, como Plus Ultra, Tauras, Chivatos, Picaflores Se le bota, fueron atribuidas a otros autores y músicos porque Suárez no logró registrarlas en su debido momento.

Toro se casó con Dalia Paz, con la que tuvo nueve hijos, entre ellos Pedro Suárez Paz, que siguió sus pasos y que llevó el nombre de Perucho al nivel de una banda. Pedro Suárez Mendoza murió en Santa Cruz de la Sierra el 1 de enero de 2002.



5. Maestro. Perucho Suárez y su trompeta, un símbolo de su
familia.
6. Juntos. Papito Suárez acompaña en una pieza a su padre. Observa su hijo Miguel Ángel.
7. Recuerdo. La imagen de Suárez López que acompañó sus funerales.

Perucho Suárez

Su nombre es sinónimo de Carnaval. Llegó a convertirse en una de las bandas más solicitadas, al extremo de que las comparsas no escatimaban en recursos y peleaban hasta lo último con tal de no perder el derecho a salir en el corso y los tres días de mojazón con la banda de Perucho Suárez.

Pedro Suárez Paz nació en Santa Cruz de la Sierra el 5 de noviembre de 1946. Las dubitaciones sobre su dedicación a la música como oficio terminaron en 1968 cuando animó una fiesta y abrazó la trompeta para siempre.

Al poco tiempo formó la banda de Perucho, que se encargó de dejar un sello particular y otorgar vitalidad a los músicos banderos en una época en la que se veían amenazados ante el auge del disco de vinil y los equipos sofisticados de música, que representaban una seria competencia para aquél que proponía animar una fiesta a puro pulmón.

Su extensa producción incluía taquiraris, carnavales, chobenas, boleros, polcas y kaluyos, ritmo de los valles cruceños que fue popularizado por la banda. También fue una de las primeras agrupaciones en interpretar baladas de moda por aquellos años, como el clásico del Puma, Voy a perder la cabeza por tu amor, una de las favoritas de Suárez.


Descanso. Suárez López se toma un respiro después
de tocar en Carnaval para la comparsa Cereboses.


Trompetista apasionado, Perucho demostró su iniciativa para encarar proyectos, como cuando creó la Banda Municipal, que durante años realizaba la retreta musical en la plaza 24 de Septiembre, a los pies del monumento a Ignacio Warnes.

Tuvo siete hijos: Nelda, Carlos, Cristina, Beatriz, Rosario, Isabel y Pedro, entre los que Perucho cultivó la vocación musical que luego la heredaron los nietos.

Las notas de la banda típica eran para Perucho inagotables. Cristina recordaba que su papá no necesitaba escribir la música cuando componía. Al despertar, comentaba, soñaba con un taquirari y simplemente lo tocaba con su trompeta.

Una actividad que lo ocupó en sus últimos años fue el paso a CD de la música que registró en los ocho discos que grabó en vinil a lo largo de su carrera, el primero de ellos en San Pablo (Brasil). Su último disco lo grabó en 2010 con la Banda Municipal.

Cristina contaba que su padre solía decir que moriría tocando. Y, prácticamente, fue así. El 6 de diciembre de 2011, dirigía la última retreta en la plaza. Seis días después asistía a una kermés y a escuchar a sus amigos de la banda Millenium en El Tutumazo de las cabañas del río Piraí.

Al día siguiente, sufrió una intensa fatiga que lo llevó de emergencia a una posta y al hospital Japonés. Aquejado por insuficiencia cardiaca, Pedro Suárez Paz perdió la vida el 13 de diciembre de 2011, a los 65 años. Fue velado en la Sociedad Musical Santa Cecilia. Sus restos descansan en el cementerio general.


1. Presentes. La última formación de la banda de Perucho, con el maestro Pedro Suárez, Papito. En la imagen, luego de una
actuación en El Tutumaso II. 

2. Renovación. Cuando muere Perucho Suárez, su hijo decide
dar continuidad a la herencia musical y forma Perucho Jr. con
nuevos aires a la grupación cruceña.


Perucho Jr.

“Yo acompañé a mi padre varios años, incluso cuando fue director de la Banda Municipal. Luego formé Perucho Jr.”, mencionaba Carlos Pedro Suárez López, en una entrevista a EL DEBER en 2012.

El hombre, que conservó el tesoro familiar, se convirtió en un director disciplinado y estricto, pero también en un artista innovador que buscaba la manera de agregar cosas nuevas tanto al repertorio de la banda como a la imagen de la misma.

Papito Suárez también incluyó a sus hijos al grupo, a pesar de que inicialmente se resistía a que sean músicos como él.

“A mí me decía, ‘hijo no sea músico’, pero, al final, la sangre es más fuerte, al parecer. Recuerdo a mi hermano Carlos Pedro aprendiendo a tocar a escondidas, luego se hizo ‘buenango’ para la percusión, entonces papá lo dejó que ingrese. Yo siempre quise tocar la trompeta y, a pesar de que me la escondía, al final, también me sumé y ya llevo más de ocho años en la banda”, comenta Miguel Ángel.




8. Herederos. Perucho Jr. con sus hijos: Carlos Pedro y Miguel
Ángel.  

Durante los seis primeros meses de la pandemia la banda no salió y optó por presentarse en vivo por las redes. En este tiempo efectuaron tres transmisiones en las que interpretaron su variado repertorio y fueron vistos por miles en diversas partes del mundo.

“Él siempre me decía que hay que tocar con fuerza. Ensayar harto, no rendirse, ser constante. También nos animó a la coreografía”, añade su hijo, que resalta el espíritu solidario y la amistad que formó con sus colegas de otras bandas.

Por esa razón, muchos de ellos no faltaron en su velorio. Guardando la distancia, cada banda a su turno, entonó la música que identificaba a Suárez y a la banda Perucho, sinónimos de alegría y amistad. Sinónimos de Carnaval.


3. Recuerdo. Una foto de 1976 de una antigua formación de
la banda de Perucho en tiempos en que los ritmos del
oriente boliviano se bailaban en todas partes. 


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