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25 de julio de 2024, 4:00 AM
25 de julio de 2024, 4:00 AM

En Bolivia, se registran en promedio 157 embarazos de adolescentes por día. La mayoría de estos embarazos son no deseados, y muchos resultan de violaciones. Desde 2015 hasta 2023, el número total de embarazos de mujeres de entre 10 y 19 años alcanzó poco más de 458.000.

Estos datos provienen del informe "Sueños Interrumpidos" de la Defensoría del Pueblo. El título es sugerente, ya que un gran número de adolescentes embarazadas deja de estudiar. Sin embargo, el problema va más allá de una educación truncada. El embarazo no deseado es también un grave problema de salud pública y de desintegración social. A menudo, las niñas carecen de los recursos necesarios para brindar alimentación y cuidados médicos tanto a sus bebés como a ellas mismas, lo que las lleva a recurrir a casas de acogida que intentan paliar la situación adversa.

A pesar de que el promedio de embarazos adolescentes sigue siendo alto, el estudio muestra una disminución de casos en los últimos ocho años, excepto entre 2020 y 2021, cuando hubo un aumento. Este incremento puede explicarse por el confinamiento durante la pandemia, ya que muchas violaciones ocurren dentro del entorno familiar.

Datos complementarios aportan otras perspectivas sobre el problema. Estudios del Ministerio de Educación revelan que del número de estudiantes embarazadas que abandonan los estudios en el país, el 66% provienen de áreas rurales, mientras que el resto son de capitales de departamento. Esto indica que las niñas del campo tienen menos acceso a una educación alternativa que se ajuste a las necesidades de una madre joven.

Estos embarazos no deseados también ponen en aprietos al sistema de salud nacional. Por ejemplo, en la Maternidad Percy Boland de Santa Cruz, hasta un 25% de los embarazos atendidos son de menores de edad, muchos de ellos provenientes de provincias y sin recursos económicos para cubrir gastos médicos y de manutención.

Comparando los datos departamentales del informe de la Defensoría, encontramos que Santa Cruz tiene la incidencia más alta de embarazos adolescentes, con un 36% del total, una cifra superior a su proporcionalidad poblacional. Esta diferencia es evidente al compararla con las tasas de Cochabamba y La Paz, que están cerca del 18%.

Los embarazos adolescentes están estrechamente relacionados con la pobreza y la falta de oportunidades. En muchas comunidades rurales, las niñas y adolescentes enfrentan limitaciones económicas que las empujan a situaciones de vulnerabilidad. Y una parte alarmante de los embarazos en niñas menores de 14 años es consecuencia de abuso y violencia sexual. La falta de protección y justicia para las víctimas perpetúa este ciclo de violencia.

El embarazo temprano tiene consecuencias devastadoras para las niñas y adolescentes. Abandonar la escuela limita sus oportunidades de desarrollo personal y profesional, perpetuando el ciclo de pobreza y vulnerabilidad. Las políticas públicas deben incluir mecanismos de apoyo para las adolescentes embarazadas, como la reintegración escolar, el acceso a guarderías y programas de mentoría y apoyo sicológico.

Los embarazos adolescentes en Bolivia, especialmente en Santa Cruz, representan una crisis multidimensional que exige una respuesta integral y coordinada. Solo a través de la colaboración entre el Estado, las organizaciones y la comunidad se podrá garantizar un futuro mejor y más seguro para nuestras niñas y adolescentes. La educación, la protección y el empoderamiento son clave para romper el ciclo de pobreza y violencia, y asegurar que cada joven pueda alcanzar su máximo potencial.



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