19 de marzo de 2023, 4:00 AM
19 de marzo de 2023, 4:00 AM


El reciente informe elaborado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) no da tranquilidad ni mucho menos. La denuncia del crecimiento de la producción de cocaína en Sudamérica y de consumo en el mundo deja una profunda preocupación a las sociedades víctimas de este flagelo y a las autoridades que deben reflexionar por el mal y poco efectivo trabajo que realizan en la lucha para combatir el narcotráfico. 

Pero, además, del crecimiento de las cantidades de producción y exportación, las nuevas rutas a África y Asia, con sus respectivos mercados, desarman por completo las estrategias de interdicción planificadas.

Tampoco es menor el problema en cuanto a los nuevos medios de distribución que se han diversificado a través del correo postal y el transporte marítimo.

Si bien el mayor porcentaje de la droga se produce y exporta en Colombia, de acuerdo al informe, la cocaína procedente de Bolivia y Perú no es poca y sus mercados y rutas se orientan a países vecinos a través de hidrovías, por aire y, por supuesto, por tierra para finalmente darle destinos más lejanos hacia otros continentes.

Bolivia es país de tránsito por su ubicación geográfica, centro en Sudamérica, pero también productor de cocaína con nuevos métodos y tecnologías de refinamiento, logrando producir una mercadería de alto valor. 

Pero además la cocaína que sale hacia el este y el sur, entre Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, tiene facilidades como el tráfico de ida y vuelta con Perú. Esa interconexión con el vecindario es la que no encuentra políticas asertivas y efectivas en su lucha contra el narcotráfico, y es por donde se tejen redes cada día más fortalecidas. Claramente la guerra contra el narcotráfico se está perdiendo. Por más que se publiquen nuevos operativos con la cara seria del ministro de Gobierno como mostrando que se está haciendo algo, el negocio sigue creciendo a pasos agigantados. Y los números lo reflejan. Comenzando por las plantaciones de coca que aumentaron un 35% entre 2020 y 2021 en Bolivia, Perú y Colombia. De 200.000 hectáreas en 2020 pasaron a 300.000 en 2021. 

En Bolivia, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), los cocales figuran en 30.500 hectáreas entre 2020 y 2021, es decir 8.500 hectáreas más que las permitidas por la Ley 906, y en 1.300 hectáreas según lo reportado en noviembre de 2022.

El informe señala que se han producido 2.000 toneladas de cocaína en tres países (Colombia, Perú y Bolivia) y que fueron enviadas a Europa y EEUU, lo que marca un récord a la vez que un hito.
Este incremento de la oferta, no solo es una amenaza trasnacional, sino una señal de alerta máxima que pone en jaque a las autoridades para revertir la preocupante situación.

Tras el informe la entidad solicita a los países en cuestión un plan de acción como respuesta tomando en cuenta la sensibilización del problema, la prevención y la cooperación regional e internacional. 

El Gobierno nacional deberá sincerar varios aspectos. La lucha es insuficiente y los frentes en defensa de esta situación deben ser varios. A la espera de una muestra de un plan de emergencias, Bolivia deberá responder con energía y responsabilidad, en consecuencia. De lo contrario, el silencio no solo será complicidad, sino el reconocimiento de una derrota por la ineptitud para llevar adelante los propósitos más saludables y urgentes.