Leticia Jordán vive en Catar desde hace más de una década, está casada con un piloto, ha viajado por el mundo, dio clases de español a miembros de la realeza y es profesora en un exclusivo colegio

6 de octubre de 2022, 8:28 AM
6 de octubre de 2022, 8:28 AM

A mucha insistencia, confiesa que debe conocer más de 30 países; no quiere ‘sonar’ jactanciosa. Tampoco puede ni quiere dar detalles de las clases de español que ha impartido a integrantes de la realeza catarí, tanto por un compromiso de confidencialidad, como porque su palabra y su discreción valen oro.

Leticia Jordán es de esas personas que escasean, reúne muchos valores, que van desde la pasión por reinventarse, hasta un alto sentido de la ética, gratitud, humildad, apego a la familia, a las raíces, y una fluida conexión con la vida.

Desde hace diez años y medio radica en Catar, uno de los países más ricos del mundo. El trabajo de su esposo como piloto internacional la llevó hasta ese destino con muy buenas condiciones, pero también le ha permitido conocer muchos sitios, y vivir experiencias envidiables, que cuando son contadas por ella, suenan a cosas simples.

Desde hace tres años es profesora sustituta de español en el nivel inicial en el American School of Doha, más conocido como Colegio Americano, pero también de varias materias en el nivel medio.

Este establecimiento es uno de los más exclusivos de Catar, acoge a hijos de diplomáticos, de los profesores de las universidades americanas, de empleados de compañías que auspician el colegio, etc.

Esta experiencia le ha permitido inscribir a su hijo menor ahí, en medio de nacionalidades de todo el mundo, y con una enseñanza de alto nivel.

Ya en el sexto o séptimo grado, a través de un simulador, los estudiantes aprenden a comprar y vender acciones en la Bolsa de Valores, con los precios reales del mercado, y evalúan si hacen buenas o malas inversiones. También analizan los presupuestos de los países, los desglosan en partidas, para conocer cuánto invierten en armamento, políticas sociales, etc.

“Siento que me he esforzado, pero que Dios me regala y me bendice de tantas maneras que me sorprende. Yo quería un trabajo lindo, con flexibilidad para viajar, hasta me dio vergüenza con Dios, pero cuando me salió el trabajo del Colegio Americano quedé conmovida, sobre todo hoy, cuando es tan difícil tener un buen trabajo”, agradece.

A Leticia le tocó ver a muchos amigos pilotos quedarse sin empleo en la pandemia, pero su familia mantuvo la fuente de ingresos hasta hoy.

“Eso me hizo agradecer más. Una vez leí que los judíos veían el trabajo como una bendición, y no como una carga, y por eso les va muy bien, ellos trabajan para Dios, eso me pareció muy bonito”, resalta.

Parte del éxito como profesora, y en general, es que a Leticia le gusta crear lazos, lo disfruta, cree que eso influye en que sus alumnos le digan a menudo que es su profesora sustituta favorita, al punto de sonrojarla.

Méritos propios

Leticia es más que la ‘esposa del piloto’, tiene una hoja de vida nutrida.

Estudió Publicidad en la Universidad Católica de Buenos Aires; Relaciones Públicas en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE); Comunicación Social en la UPSA, donde también cursó un posgrado; hizo un MBA con doble titulación de la Universidad Privada de Bolivia (UPB) y la Universidad de Santiago de Chile. Adicionalmente, se formó como profesora de español en el Instituto Cervantes; y ha tomado cursos cortos de la Universidad de Harvard, uno de ellos en Justicia.

Es mamá de cuatro varones, uno de ellos estudiando para piloto en España; el mayor formado en Artes Liberales, con doctorado; otro es economista; y el menor, aún en noveno grado.