7 de julio de 2022, 4:00 AM
7 de julio de 2022, 4:00 AM


Las noticias recurrentes del desabastecimiento y alza de precios de los alimentos básicos configuran un escenario poco alentador y preocupante para la población boliviana, ya que se tocan temas bastante sensibles, el bolsillo y el estómago de la gente. El Gobierno para hacer frente a esta crisis lanza anuncios garantizando la provisión de maíz para los productores avícolas, importación de harina de trigo para los panificadores, creación de una empresa de producción, mayor intervención de EMAPA, entre otras medidas, que al parecer no resultan efectivas frente a este panorama tan caótico.

Por su lado, los productores agroindustriales de Santa Cruz, unen sus fuerzas junto con la academia para luchar por la autorización de procesos de evaluación de nuevos eventos biotecnológicos, dando énfasis al maíz, soya, trigo caña y algodón. Señalan que los transgénicos son vitales para la subsistencia de sus sistemas de producción, que se ven severamente afectados por las sequias, plagas y costos altos de producción. Pese a ello, el Gobierno no muestra señales de retroceso a su decreto N° 4490, que abroga los decretos donde se permitía establecer procedimientos abreviados de evaluación de materiales transgénicos, por ello se avizora que esta lucha de más de una década entre el gobierno y los productores del Oriente no tiene miras de solución, mientras en el campo siguen invadiendo materiales transgénicos de dudosa procedencia, sin ninguna prueba de validación técnica, esto gracias al contrabando de semillas.

Si revisamos la historia de la seguridad alimentaria en Bolivia podemos apreciar que en la mayoría de los rubros fue dependiente de la producción externa por décadas y décadas, por ejemplo, en el caso del trigo siempre fuimos un país deficitario y comprador de este cereal, en el arroz y maíz somos dependientes del contrabando, la misma situación se replica en la papa y otros rubros agrícolas, esto nos lleva a concluir que hace tiempo estamos llevándonos a la boca alimentos transgénicos permitidos en su producción en la mayoría de nuestros vecinos, que no tienen tanto dilema por el uso de esta tecnología.

Es necesario entender que en el país de manera urgente se necesita establecer políticas claras de desarrollo rural, más allá de debates ideológicos y regionalistas sobre el uso o no de los transgénicos, se debe entender la enorme complejidad existente en los sistemas de producción, pisos ecológicos, lógicas de trabajo de campo y tipología de productores, no podemos pensar que todos los agricultores de una región tienen las mismas necesidades y problemas, si se establece un diálogo sincero entre productores, se podría concertar el uso de estos materiales transgénicos en ciertas zonas donde están establecidos los cultivos agroindustriales y no existe riesgo para los sistemas de producción mas tradicionales, con semillas nativas y con otro enfoque de mercado. 

De seguir perdiendo el tiempo en debatir las posturas extremas sobre el uso de los transgénicos, la seguridad alimentaria del país seguirá tan vulnerable y en seria dependencia de nuestros vecinos, hay que entender que el mundo agrícola es bastante dinámico y las tecnologías que surgen deben ser utilizadas, pero también se debe pensar en aquellos productores que necesitan alternativas de solución a sus problemas que nada tienen que ver con el uso de cultivos transgénicos, se debe pensar en todos, para garantizar el aprovisionamiento de alimentos al país y generar mejores días para las mujeres y hombres de campo.

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