Opinión

Turismo con un kilómetro de distancia

25 de octubre de 2020, 5:00 AM
25 de octubre de 2020, 5:00 AM

El pueblo habló. Dio su veredicto. Estableció un mandato político claro. Apostó por la estabilidad y mandó a reconstruir la economía. El MAS recibió una enorme dosis de legitimidad. Ahora, resta mirar al futuro y contribuir, desde el mundo de las ideas, para encontrar salidas a la crisis sanitaria, económica y medioambiental.

La recesión en curso afectará de manera diversa a los sectores. Datos preliminares revelan que la minería (-31%), la construcción (-19,8%) y los servicios turísticos y gastronómicos (-17,9%) registraron las caídas más fuertes.

Hoy quiero concentrarme en las dificultades del turismo y la gastronomía, que, a pesar del duro golpe, son también los sectores que podrían ayudar a salir más rápidamente de la recesión generando empleos y divisas.

Hasta el 2017, se vivía un boom del consumo en restaurantes. Las ventas anuales de estos estaban cercanas a los 600 millones de dólares. Decenas de nuevos restaurantes gourmet surgieron con una propuesta creativa e innovadora. Por ejemplo, en La Paz el restaurante Gustu tuvo un efecto demostración muy interesante e impulsó varios emprendimientos nacionales. Los turistas llegaron no solamente a conocer el país, sino también a comer.

El conglomerado de los alimentos, la gastronomía y el turismo vincula a mucha gente y actividades. La inversión privada y pública en estos sectores tiene un enorme efecto multiplicador en la economía, y, por supuesto, crea muchos empleos. Incluye: al campesino que sembró las papas o el agricultor que cosechó los limones o crio las vacas para el filete. En la cadena de la industria gastronómica también interviene el pescador o el pecuarista.

No hay que olvidar a los centenares de camioneros que transportan los alimentos a los mercados, supermercados o vendedores. Los chefs de cocina y garzones que hacen llegar los platos a la mesa. Esta cadena productiva también está vinculada la industria de la madera, metalmecánica y los electrodomésticos, con productos como las mesas, sillas, cubiertos, todas las ‘doras’ y cocinas. La industria de la cerámica y vidrio, con platos, vasos, floreros. La manufactura y confección con manteles y servilletas. Además, todos los servicios de marketing, propaganda y creatividad. La mayoría de estas industrias tiene un fuerte componente de insumos nacionales.

Cierra el circuito el turismo nacional e internacional. Por temas de espacio solo menciono algunas partes de esta cadena, como ser la artesanía, el cuidado del medioambiente, el sistema hotelero, las agencias de viaje, los medios de transporte, los guías turísticos. No hay la menor duda también que el turismo es un gran empleador.

En cuanto se masifique la vacuna contra el coronavirus, se producirá una explosión de turismo en el mundo. Es vital que el país esté preparado. Por lo tanto, uno de los pilares de la reactivación económica debería estar basado en el circuito alimentos, gastronomía y turismo, pero al mismo tiempo, este programa debería pavimentar un futuro para construir una economía creativa. Para esto se debería crear un fondo financiero de apoyo especial para esta cadena, administrado por bancos públicos y privados. No es solo apoyo financiero, también se debe ayudar técnicamente a empresas para que tengan viabilidad estratégica y financiera.

En concreto, el Estado, conjuntamente con universidades, institutos técnicos y agremiaciones del sector, podría crear un programa para que las empresas pasen por evaluaciones y reformas que les permitan adecuarse a las nuevas realidades. Se trataría de un programa de salvación de empresas, pero también de cierre organizado de algunas que no tengan viabilidad. Complementariamente, también deberían crearse las condiciones para la atracción de inversión extranjera directa en estos sectores. La experiencia nacional muestra que inversiones de montos pequeños, entre 4 y 6 millones de dólares, tienen un efecto de derrame y de demostración significativo en empleo en producción y calidad. La inversión pública en infraestructura de apoyo al turismo también simultáneamente ayudaría a salir de la crisis.

El programa también debería contar con campos de entrenamiento de dos a cuatro meses para mejorar el capital humano en los ámbitos gastronómicos y de turismo.

También debe impulsarse la transformación digital y energética de cafés, restaurantes y hoteles. El uso de energía eólica o solar debería ser premiada e incentivada, asimismo, el desarrollo de software boliviano para la gestión, es importante que tenga un impulso. Bolivia podría ser pionero en un turismo seguro que respete las medidas de bioseguridad y que se base en espacios libres, grandes y abiertos como son nuestros parques, ruinas y salares. En este tipo de turismo se puede tener hasta un kilómetro de distancia. Y esta debe ser nuestra ventaja frente al turismo de multitudes, en monumentos y museos, en Europa, por ejemplo.



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