Opinión

Un mal comienzo

10 de noviembre de 2020, 5:10 AM
10 de noviembre de 2020, 5:10 AM

Debe ser muy duro para un presidente electo enterarse de que su elección fue resultado de un procedimiento irregular, que le dio la victoria cuando, en realidad, no la merecía.

Y debe ser difícil ponerse a gobernar un país de personas reales, de carne y hueso, cuando has sido elegido en medio de una ficción, de cifras manejadas por computadoras que te atribuían votos que no eran los tuyos.

Vas a estar a la cabeza de un reino donde la gente no te quiere, donde la gente de las ciudades, de todas las ciudades, te miran como un intruso, como al engendro de una estafa.

Esas serán pesadillas de la ética, un sistema de valores que no es obligatorio tener ni respetar, pero hay obligaciones de la conciencia, de la moral, que son más difíciles de eludir.

El presidente electo debe encarar problemas que él mismo ayudó a crear cuando se desempeñaba como ministro de Economía de un gobierno que no respetaba ninguna de las leyes de la economía.

Sabes que hiciste mal en callar cuando el caudillo al que obedecías tomaba decisiones contrarias a todo lo que habías aprendido en la universidad, como el haber sobrecargado con empleados a una empresa que apenas mantenía el aliento.

O haber aceptado que una planta industrial muy cara, la más cara de la historia del país, sea instalada en la región menos propicia, pero que era preferida por el caudillo.

Por lo tanto estás ante la oportunidad de elegir tu propio comienzo, así como hizo Lenín Moreno en Ecuador, cuando decidió romper con la pesada y vergonzosa carga que había recibido de su caudillo.

No es necesario mantenerte fiel a un proyecto que te avergüenza, que quizá sea repudiado por tu propia familia, es decir, tu mujer y tus hijos.

Es cierto: una actitud de esa magnitud sería mejor si hubiera surgido de un respaldo electoral verdadero y honesto y no de una estafa electoral. Pero los caminos de la política son tan variados como los que existen para llegar a Dios.

Te ayudaría pensar que podrías estar empezando algo nuevo, sin condicionamientos del pasado, pero algo que te llene de emoción y de orgullo.

Gran parte del mundo te mira como si fueras el ángel exterminador que llegó a restaurar la democracia en un país donde se produjo un “golpe de Estado”, pero los bolivianos te miramos como el agente que llegó para restaurar la dictadura.

No importa si llegaste mediante un fraude, porque este es tu momento. Tienes la oportunidad de hacer bien las cosas y ganarte a esos electores que te repudiaron en el escrutinio verdadero.

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