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7 de agosto de 2022, 4:00 AM
7 de agosto de 2022, 4:00 AM

El mensaje presidencial del Día de la Patria es uno de los hechos comunicativos más importantes del año para los bolivianos. Se espera saber qué dirá el primer mandatario, no solo como informe acerca de la gestión, sino sobre todo por el proyecto de país que da a conocer. El mensaje de Luis Arce Catacora fue eminentemente económico, como se esperaba, y soslayó temas cruciales que son los que más preocupan a la ciudadanía en este momento.

El presidente puso énfasis en indicadores como la reducción de la pobreza, el crecimiento económico, la baja inflación, el superávit comercial, la reducción del desempleo. Resaltó el modelo económico que se basa en lo que él llama la industrialización con sustitución de importaciones y el incentivo a la demanda interna. En ese sentido, planteó que Bolivia será un referente internacional por el manejo de sus finanzas públicas.
Si bien no abundó, como en su mensaje de 2021, en alusiones al supuesto golpe de Estado, no dejó de comparar la realidad actual con la del gobierno de transición de Jeanine Áñez. Como ya es habitual, atribuye los males del país a esa gestión gubernamental como si esta no hubiera estado teñida por el impacto causado por la pandemia del coronavirus.

 Más allá de las referencias económicas ya dichas con anterioridad, el mensaje presidencial no aportó novedad. Tampoco mencionó temas cruciales como el Censo de Población y Vivienda, proyectado para 2024, lo que genera malestar en regiones que lo ven como una necesidad urgente y piden que se realice en 2023. Hay en puertas un paro de 48 horas en Santa Cruz y la dirigencia del Comité Impulsor del Censo espera una señal gubernamental para iniciar el diálogo y buscar acuerdos, pero es como si la advertencia no existiera, como si Santa Cruz fuera una nada para el país y para el Estado.

Y esa visión quedó en evidencia también en el mensaje del vicepresidente David Choquehuanca, quien hizo una relación de la historia previa y posterior a la constitución de Bolivia, omitiendo a los pueblos originarios del oriente y a todo el aporte de esta parte del país en la historia.

El primer mandatario tampoco mencionó temas de preocupación como el incremento de cultivos excedentarios de coca o la violencia creciente que se desprende de actividades de narcotráfico. Es como si Luis Arce tuviera unas gafas que le ocultan de la vista un cáncer que está carcomiendo la sociedad.
Del mismo modo, el presidente no toma en cuenta que hay una grave situación de avasallamiento de propiedades agrícolas, especialmente en el departamento de Santa Cruz. Los conflictos por la tierra están desplazando con violencia a pueblos indígenas de sus espacios territoriales. También ha soslayado la presencia de grupos armados que invaden predios, amenazan a policías, fiscales, jueces y periodistas como si tuvieran un blindaje de impunidad.

Luis Arce remarcó que ganó en las urnas con más del 55% de los votos de los bolivianos y eso nadie lo puede refutar. Lo que hace falta ahora es que reconozca que es presidente de todo el país y no solo de una parte. Por una vez habló de gobernar con diálogo, pero esa afirmación queda en simple enunciado mientras hay regiones y sectores que no logran ser escuchados por él y en tanto las políticas públicas benefician a unos en desmedro de otros.

El presidente Luis Arce dejó sabor a poco en su mensaje presidencial. Los bolivianos quieren un gobierno para todos, en el que haya trabajo mancomunado con respeto a las diferencias. No es tan difícil y es la única fórmula posible para asegurar que el país va por buen camino.

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