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“Un odiador privado”

3 de junio de 2020, 3:00 AM
3 de junio de 2020, 3:00 AM

En un artículo de Javier Marías, titulado “El peor de todos los tiempos”, recogido en el libro Mano de sombra (Alfaguara, 1977), el novelista y periodista español escribe: “En fechas recientes se ha publicado un panfleto de veinticuatro páginas contra quien esto firma, y no me resisto a saludarlo y celebrarlo ante ustedes; ya que me ha hecho una enorme ilusión. Imagínense: Mi primera novela salió hace veinticinco años, cuando yo tenía diecinueve (…) a lo largo del tiempo alguna gente ha tenido la bondad de conceder algunos premios a mis obras. Muchas son las críticas que han recibido, en general más positivas que negativas. Tampoco me han faltado ni me faltan enemigos entre mis colegas escritores, en la prensa, entre críticos, los editores…”, yo agregaría que estos enemigos están en cualquier actividad que realicemos, aunque ni siquiera nos conozcan.

Luego apunta que el libelista estaría en condiciones de “demostrar fácilmente” que Marías es “el peor escritor de todos los tiempos”, no de su generación, ni siquiera de España, sino de “todos los tiempos”, escrito en “tono furibundo e histérico”, tal como escriben estos pobres sujetos; sin duda alguna una exageración contra un gran escritor como es Javier Marías, autor de Vida de fantasma, Los enamoramientos, y otras obras que están en la lista de las mejores novelas. Sigue informándonos que, años atrás, el autor de la infamia intentó acercarse a él para pedirle algunos favores, algo común en el mundo de la literatura pues hay varios de esos que piden que se les escriba prólogos, reseñas, que se los incluya en antologías, que se los invite a eventos literarios, sin tener mérito alguno y luego te sacan el cuero.

En el panfleto, el sujeto no solamente acusa a Marías “de todo tipo de “aberraciones sintácticas, gramaticales, estilísticas y narrativas”, sino que, como siempre lo hacen estos sujetos, se meten con su vida íntima y hasta con su falta del sentido del humor, dizqué. Me trajo recuerdo a los chismes, porque críticas no son, que recibimos muchos escritores y artistas cuando logramos algún efímero éxito, que para esta mala gente es imperdonable. No soportan que otros sean felices. Para concluir Marías ironiza contra “el espíritu burocrático, cuadriculado y antiliterario” del autor del libelo y concluye: “Pero, en fin, comprendo que no se puede tener todo. Ya me doy con un canto en los dientes de haber conseguido, al cabo de un cuarto de siglo, la condecoración mayor a que todo escritor aspira: un odiador privado”. Suscribo las palabras de Marías porque tengo un par de odiadores que me persiguen desde hace años, leen todo lo que escribo, son mis mejores lectores. Pero, lo mejor es ignorarlos, eso les duele más o como escribió en el año 1976, mi padre, Antonio Carvalho Urey, que era sabio, en uno de sus libros “hay ciertas personas que, cuando publico algo, se envenenan de rabia. En obsequio a ellas va este nuevo libro. Lamento que se adelanten la muerte”.


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