Un presente mirando al futuro
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Es inaudito, inconcebible o no se que otro término podría usar, que autoridades cruceñas frenen, obstaculicen y estén en contra de obras que benefician no solo la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, sino a todo el departamento. Eso es lo que ha ocurrido por 8 años, desde que un grupo de empresarios cruceños presentó a la H. Alcaldía Municipal de Santa Cruz, un proyecto de construcción de un puente de cuatro vías para unir Santa Cruz con Porongo, con el aditamento que a la institución municipal no le iba a costar nada, era una inversión privada.
Se presentó el primer esbozo del proyecto y la autoridad municipal lo durmió un tiempo, hasta que los inversores presentaron un anteproyecto y también se enterró en un cajón durmiendo el sueño de los justos, finalmente se presentó un proyecto final que fue sometido a una serie de reuniones de trabajo, de análisis y demás tucuimas, con la única finalidad de postergar su aprobación con inexplicables argumentos del entorno superior municipal.
Finalmente, hubo un cambio de autoridades municipales y la nueva administración finalmente aprobó el proyecto, que lamentablemente por el transcurso del tiempo perdido, se redujo a un puente de dos vías. Luego se tuvo otro trámite burocrático en la Gobernación, que después de algunas idas y venidas, finalmente se aprobó la ficha ambiental.
La noche del lunes 30 de septiembre, cumpliendo el compromiso de los inversores, se entregó como un regalo a Santa Cruz, un moderno puente de dos vías (pudo ser de cuatro vías si no fuera por la ceguera de las autoridades cruceñas de entonces) que une los municipios de Santa Cruz y de Porongo, conectando la metrópoli con la zona de progreso inmobiliario de mucho futuro como es el Urubó.
Quiénes fueron esos soñadores persistentes, los inversores de Constructora e Inmobiliaria Urubó Village S.A., conformada por las familias de Luis Carlos Kinn y de Cristóbal Roda Vaca.
El corte de la cinta de entrega fue en el centro del puente, con el ingreso de las autoridades edilicias cada una desde su municipio. Fue un acto protocolar, sencillo y de alto contenido emocional, porque se estaba concluyendo un sueño que, sin lugar a dudas, tiene un fuerte mensaje social, que el progreso de los pueblos no puede esperarse que lo hagan o apoyen las autoridades gubernamentales. Como lo señalaba uno de los gestores del puente, Cristóbal Roda Vaca “este puente es la muestra de lo que se puede hacer con una visión de futuro y una práctica de alianzas. Pensar en las nuevas generaciones, trabajar ahora para un futuro más conectado que aumente las oportunidades, como lo hacen miles de cruceños con la vista puesta en el mañana.
Hoy, al mirar este puente, no veo solo una estructura de concreto y acero, veo la representación del sueño cruceño. Los cruceños somos gente sencilla, gente de trabajo duro, profundamente arraigado en nuestras raíces. Las cosas que hacemos, algunos creen que nuestras iniciativas van en contra de la corriente, de la racionalidad económica que pasa a segundo plano cuando tienen de base un profundo amor por Santa Cruz y por eso, las mueve y promueve ese profundo amor por nuestra tierra”.
Sí, se puede decir misión cumplida, pero, no hay que desmayar en seguir construyendo el futuro de esta tierra bendecida.