Opinión

Un relato difícil de armar o de ser creído

27 de septiembre de 2020, 5:00 AM
27 de septiembre de 2020, 5:00 AM

Seguramente los Arce y los Choquehuanca, que parecen no tener coincidencias, o al menos muy pocas, salvo la idea de que “no saben qué hacer con Evo Morales o qué decir sobre él”, están en la idea de que hay que construir un relato que los muestre alejados del huido, hasta que el hombre resuelva sus problemas judiciales y de credibilidad, como parte de una estrategia electoral que defina a algunos “indecisos” a votar por ellos.

Empecinados están en armar un relato creíble que en política no es otra cosa que una estrategia de comunicación para “transmitir valores”. Convengamos que en la política nacional, el relato del MAS nunca estuvo cerca de la construcción de valores, sino, muy por el contrario, como lo vengo denunciando hace años, se lo armó para construir una idea de que “el pueblo” estuvo en el poder, aunque los beneficiados de todo fueron ellos (unos cuantos).

En Bolivia el relato se lo usó para acrecentar las diferencias entre “los elllos y los nosotros”; el masismo se empecinó en hacer una brecha que mantenga a su masa votante tras de ellos, con la idea de que “los otros” eran y son el enemigo al que hay que derrotar; no es difícil encontrar mucho de lo aquí escrito en los discursos de Morales y sus segundos.

Desde fuera del país, en la estrategia del Socialismo SXXI, se trabajó para hacer que todos los “colaboradores” de Morales sean o se vean iguales horizontalmente y con diferencias entre ellos, para que así, ninguno pueda tener tentaciones de mirar arriba y lo vea al “jefazo” tal cual era: inculto, ignorante, ensimismado y enjaulado, exactamente lo mismo que se hace con Maduro (para eso se lo alimentaba de viajes, inauguraciones y, por supuesto, mujeres muy jóvenes).
Es y fue así. 

A Morales lo construyeron de esa manera y la huida no logró desarmarlo, y por esa razón se mantiene aún, en la base dura, como el único líder visible de ese partido. Consecuentemente, en la candidatura están en problemas porque saben que ya están llegando a su tope y que será muy difícil sumar más puntos, y que el huido es la única posibilidad que tienen para mantener ese voto duro; Morales resulta ser: su salvación y su desgracia.

Convengamos que, electoralmente, en el partido del huido son afortunados, porque su único oponente directo parece no encontrar la manera de mejorar su performance con la rapidez que se requiere y, aun cuando tiene un número alto de posibilidades, le cuesta encontrar la manera de hacerse de ellas, pero ese es otro tema.

Así, es difícil creer lo dicho por Choquehuanca de que “el entorno del Gobierno de Morales” (ministros y todopoderosos) deberá mantenerse afuera del nuevo Gobierno; Choquehuanca quiere dar la impresión de disparar munición gruesa mientras que Arce, quien en El Mercurio de Chile mandó a Morales a arreglar sus cuentas con la justicia, en Bolivia lo cuida y trata de mantener un “relato creíble” que no estorbe a la base y contente a los que aún pueden ser votantes.

Pero, siempre hay un pero, ¿pueden Arce y Choquehuanca decir que ellos no son parte del entorno? ¿Qué clase de “colaboradores” fueron entonces? Arce se convirtió en la “caja” de Evo Morales, dándole gusto en lo que haya deseado o necesitado; un museo personal (ese culto a la personalidad sale de fondos nacionales, por si no lo han notado), pero están también, la planta de urea, las plantas regasificadoras de Río Grande y Yacuiba, el ingenio azucarero de San Buenaventura, la planta Quipus, la Casa de Gobierno con lujos y excentricidades, Papelbol, etc.

¿Y Choquehuanca? Pues, se dio una vuelta por medio mundo hablando de las bondades del indígena al que quiso construir a su idea y objetivo, pero no contó con que el “beneficiado” tenga sus propias ideas e intereses sobre el “para qué” se hizo el poder; cuestión de visiones, dirá más de uno… pero Morales construyó su propio poder, se dio sus propios gustos y lo demás, fue que todos corrieron tras de él, para ir “justificando, arreglando o suavizando los desastres que quedaban”.

Podemos llenar un par de carillas a renglón seguido y con letra chica sobre las barbaridades cometidas con fondos del Estado que el propio Arce tenía que justificar, para eso era el cajero, incluidos los fondos para “su palacio de economía”, con alfombras persas, vidrios blindados, su “dominio en el Banco Unión”, etc.; Arce estaba seguro de que él tenía derecho a “algo” de lo que había hecho por Morales.

Lejos están ambos del “relato creíble”; EL DEBER publicó, hace unos días, que “las cuentas en Facebook de Arce y Choquehuanca se administran desde Argentina y Bolivia”, es decir, lo que se dice en esos sitios, la campaña en sí, sigue estando bajo la vigilancia de Morales que, huido o no, se encarga de que se publique lo que él quiere o lo que “otro entorno” define.

A la prueba me remito: a Arce lo “gestionan” 7 personas en Argentina y 3 en Bolivia; a Choquehuanca 2 en Argentina y 2 en Bolivia, es decir, no existe absolutamente ninguna independencia entre uno y otro y, mientras no se prueba otra cosa, seguiré con la idea de que si Arce llegara a ganar la elección en primera vuelta, Morales no se va a tomar un avión para volver “al día siguiente”, sino que entrará por tierra, y desde Tarija arrastrará gente a su paso para llegar a La Paz con cientos de miles de seguidores para mostrar que él es la encarnación del famoso “volveré y seré millones”, como escribió o dijo en algún momento de su largo destierro.

Faltan poco más de 20 días para elecciones y seguramente tendremos varias encuestas que tensionarán a los incrédulos y fanáticos de ambos lados; esos son muy difíciles de trabajar desde la racionalidad… porque el fanatismo los aferra a su idea y son obsesivos en la misma y, como no pueden cambiar de tema o de idea, tampoco podrán cambiar de opinión, pero esa es otra cosa de la que habrá que hablar cuando la tormenta pase (si pasa).

¿Por qué insisto en escribir sobre Morales? Porque sigue siendo la figura política en el país, se quiera o no, es así; los de su candidatura son simplemente un “mientras tanto”, de manera que hay que mirar por encima de ellos, para saber exactamente de lo que se trata el futuro que nos puede esperar si la idea del voto útil no se entiende.

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