Los economistas ven que la crisis es agudizada por la inestabilidad política y esperan el “rebote” para mediados de 2021. Los partidos ofrecen bonos y facilidades para la empresas. Lo créditos internacionales serán vitales

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17 de septiembre de 2020, 12:37 PM
17 de septiembre de 2020, 12:37 PM

Durante el momento más duro de la cuarentena una palabra comenzó a hacerse popular en las redes sociales: reinventarse. Valía para maestros analógicos que ahora aprendían a dar clases por Zoom, para mecánicos reconvertidos en panaderos o licenciados que sacaban la moto para hacer delivery. Ahora, esa palabra es una urgencia para un tercio de los cruceños que, según una encuesta de la Alcaldía Municipal de Santa Cruz de la Sierra, perdieron su empleo durante la pandemia.

No ha sido una etapa fácil. Más de la mitad ha visto disminuidos sus ingresos. Cuatro de cada diez tuvieron dificultades para pagar sus créditos contraídos antes de la pandemia y un porcentaje similar tuvo que prestarse dinero para sobrevivir durante ella. 

Un tercio tuvo que detener sus estudios porque ya no los podía pagar y tal vez por todo esto, sumado al encierro, cuatro de cada diez enfrentó la depresión.

Para dos economistas, Waldo López y José Alberti, estos números no son extraños. Alberti dice que son similares a estudios encargados por los gremios, como la Federación de Empresarios Privados o la Fundación Juventud Empresa, que hicieron un levantamiento de datos entre sus afiliados y encontraron que, en algunos casos, hubo empresas que tuvieron que reducir hasta el 70% de su personal.

Lo que describe Alberti es como una explosión en cadena: el confinamiento agotó la oferta, no hubo producción y por lo tanto se produjo un deterioro de caja, no hubo liquidez, lo que derivó en ajustes internos y luego en el despido del personal para tratar de salvar lo que quedaba de la empresa. 

Esa cadena también se transmitió en la demanda para configurar la peor crisis de la que se tiene registro en la historia de Bolivia.

Es más, Alberti cree que las cifras sean peor al tercio expresado en la encuesta y que la realidad esté siendo amortiguada por el mercado informal del empleo.

No todo es sombrío y oscuro. Alberti asegura que ve mucha luz al final del túnel, que esta crisis es temporal, aunque tal vez se alargue hasta mitad de 2021. La crisis, eso sí, tiene una socia perversa, que sin coronavirus ya afecta y mucho a la economía: la incertidumbre política.

López también ve esa sociedad actuando. Es más, dice que la economía está entrampada en la política y antes de llegar al final del túnel y a la luz, Bolivia y, sobre todo, Santa Cruz cabalgarán por la tinieblas de una crisis aún más fuerte hasta diciembre.

Para López, Bolivia necesita deshacerse lo más rápido que pueda de la disputa del poder que está llevando a la economía a un calvario innecesario. 

Explica que el Estado Plurinacional está muy por debajo de la inyección económica que han realizado los otros países y eso se debe a las peleas entre Ejecutivo y Legislativo, enfrascados en la lucha por el poder en las elecciones generales.

Ambos coinciden que la salida de esta crisis no será otra que a través de créditos. Alberti apunta que Bolivia puede endeudarse más y que las condiciones crediticias multilaterales son favorables. López insiste en que el Estado se ha tardado mucho en “inyectar recursos a la economía ya sea por política fiscal o tributaria”, pero que lo mejor será recurrir a los créditos internacionales porque se debe cuidar el tipo de cambio para no ahondar la crisis y para ello es necesario no echar mano a las reservas internacionales ni presionar demasiado al Banco Central de Bolivia. 

Es más, López aconseja no quedarse solo a la espera de créditos de organismos multilaterales, sino que pide olvidarse de la política y acercarse a China, una de las pocas potencias cuya economía no se contraerá.

La boliviana sí lo hará. En Bolivia, si todo va bien, la caída del Producto Interno Bruto será del 6,5%. “Es una de las peores cifras de nuestra historia”, dice López. 

Los políticos

Los que se disputan el poder en el país, pero no han actualizado sus programas oficiales de Gobierno por la crisis sanitaria, tienen planes para recuperar la economía. 

Luis Arce, postulante del MAS, concedió una conferencia de prensa la semana pasada en la que advirtió de la fuerte caída del consumo interno y propuso ‘liberar’ el bono de Bs 1.000 y otras medidas que, sin embargo, no han llegado a sus candidatos locales.

Consultado sobre la crisis, Rolando Cuéllar, candidato a diputado por el MAS, achacó la misma al “golpe de Estado” y habló de una renacionalización para superarla. Según él, desde que Jeanine Áñez está en el poder, también es candidata por Juntos, los extranjeros han vuelto a manejar las empresas bolivianas.

Desde el cuartel de campaña del oficialista Juntos, Tomás Monasterio, candidato a senador por Santa Cruz, habla de una continuidad de la política económica de reactivación que aplica el Gobierno de Áñez y menciona programas como el crédito 1, 2, 3 para comprar productos bolivianos, o fondos para los municipios para la reactivación de obras, todo enmarcado en dos pilares: potenciamiento de la salud y generación de empleos.

A ello le suma programa como bolsas de trabajo para pequeñas y medianas empresas y un ambicioso programa de vivienda social.

Jairo Guiteras, vocero de Comunidad Ciudadana en Santa Cruz, primero criticó antes de lanzar sus propuestas. Dijo que la encuesta de la alcaldía demuestra que la crisis sanitaria tuvo consecuencias en la economía y ninguna de las dos fue bien manejada por el Gobierno de Áñez de manera eficiente. Asegura que una es hija de la otra: el mal manejo de la pandemia derivó en un confinamiento más largo que afectó de mayor manera a la economía. 





“El Gobierno se conformó con encerrar a los bolivianos y darles un bono que en muchos casos fue insuficiente”, dijo.

En el campo de la propuesta, Comunidad Ciudadana tiene un programa económico con ciertas similitudes al de Creemos. Plantea la creación de un consejo en el que estén representados el Estado, el empresario y el trabajador, el cambio del sistema tributario, dejando de lado lo que define como su rostro extorsivo y cambiándolo por uno que ofrezca incentivos y que no genere que los nuevos emprendimientos mueran a los seis meses de haber comenzado.

Creemos y Luis Fernando Camacho proponen también un consejo tripartito y plantea suspender por unos años el impuesto a las utilidades, además descontar un 50% de sus tributos a las empresas pequeñas y medianas. A ello se suma un cambio radical en el enfoque de la economía, poniendo a los privados como el motor que generará empleo para los bolivianos a través de nueva leyes y acciones como el regreso del país al arbitraje internacional de Ciadi. 

En lo inmediato, para evitar que los nuevos pobres extremos no pasen hambre, plantea un bono por 18 meses de Bs 500, en forma de canastas alimenticias.

Eso, de momento, no hará que el tercio de cruceño que quedó cesante recupere el empleo. Alberti recomienda que el Gobierno se centre en la recuperación de las empresas privadas, las únicas que considera capaces de generar empleos duraderos y de calidad.