27 de noviembre de 2022, 5:20 AM
27 de noviembre de 2022, 5:20 AM

En el día 36 de un paro indefinido que parecía interminable se declaró cuarto intermedio a la medida más extrema jamás declarada en Santa Cruz. Probablemente, se ha marcado un récord mundial, más aún si se toma en cuenta que se trata de la locomotora económica y que alberga a más del 30% de la población nacional. La medida fue la respuesta a la falta de gestión del Gobierno, incapaz de organizar un censo de población y vivienda en diez años, por lo tanto, incapaz de cumplir sus deberes constitucionales.

El paro indefinido se cumplió en el departamento de Santa Cruz, pero gravitó en todo el país. El Gobierno no solo no tuvo la capacidad de escuchar y hacer gestión; se puso al frente para asfixiar a los cruceños. Nadie imaginó que, 70 años después, el centralismo iba a enviar grupos de choque para cercar, golpear, violentar a los habitantes de esta tierra en un total irrespeto al derecho a la protesta y, sobre todo, al derecho a exigir ser contado para tener una base real para la planificación del desarrollo de todo el país. Quien lo ve desde afuera queda boquiabierto porque resulta increíble que hubo que hacer paro por un censo y que la respuesta hubiera sido el palo y no la gestión.

Semejante embate, sumado a la actuación reprochable de la Policía, que actuó para defender a un partido y contra el ciudadano, ya está escrito en la memoria colectiva. Aunque los peritos en posverdad pretendan distorsionar la realidad, nunca podrán borrar el mayor cabildo de la historia del país para exigir una ley del censo y, sobre todo, para trazar el inicio de la lucha por el federalismo. Tampoco podrá olvidarse que Santa Cruz soportó de pie y con dignidad el cobarde ataque de quien no tiene mirada de estadista, sino cálculo por el poder a cualquier costo.

Ni el MAS ni el presidente entendieron a Santa Cruz. Se concentraron en atacar a personas, asumiendo que los ciudadanos son ovejas que tienen dueño, y no se dieron cuenta de que la demanda no era de uno o dos dirigentes circunstanciales, sino del alma cruceña libertaria y rebelde.

Tampoco se podrá sacar de la comprensión cruceña y boliviana que la palabra es lo que menos valor tiene para el MAS y para el Gobierno. Mintieron cuando aseguraron muchas veces que todo estaba listo para el censo de noviembre de 2022; mintieron cuando dijeron que el INE había avanzado en las tareas; mintieron al asegurar que era imposible acortar los plazos y seguían mintiendo cuando se negaban a aprobar una ley, después de haber prometido que lo harían. Hubo que votar en secreto para que los asambleístas del MAS puedan decidir con libertad. ¡Vaya democracia la que enseña ese partido!

La dirigencia cruceña también mostró errores y debilidades. Si el paro comenzó con la postura sólida de un comité interinstitucional, esa voz fue debilitándose en el tiempo con mensajes confusos, con contradicciones entre las tres cabezas (que responden a diferencias internas que se pusieron en evidencia), así como en la insistencia de sostener el sacrificio de la gente en las calles.

Esta no será la última lucha de Santa Cruz. El presidente del Comité Cívico declaró cuarto intermedio. Sin duda ha sido la decisión más acertada en un pueblo que necesita recuperar su economía y sus fuerzas. La resiliencia es otra de las características del cruceño. Queda un largo camino por recorrer hasta que se haga efectiva la redistribución de recursos de coparticipación y de escaños, sobre la base de una nueva cartografía electoral. En síntesis, es una gesta por la democracia.
Con la experiencia vivida será importante una estrategia de largo plazo y, sobre todo, el interés enfocado solamente en la región y en el país.

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