Opinión

Una nueva enfermedad azota al magisterio

12 de abril de 2021, 5:00 AM
12 de abril de 2021, 5:00 AM

No cabe duda que el siglo XXI vive dos momentos en la historia universal; un antes y un después de la pandemia generada por el coronavirus. Igual pudo suceder cien años atrás con la llamada gripe española (1918-1919), causada por un brote de influenza virus A, del subtipo H1N1 que trajo como consecuencia la pérdida de muchos millones de vida

Si bien aún no existen todas las respuestas a las complicaciones de la Covid-19, entre ellas ha resurgido un nuevo efecto secundario todavía poco estudiado. Se presenta como un cuadro de agotamiento (burnout) observado en algunos grupos profesionales, como son los maestros. Herbert Freudenberger lo reconoció en 1974 y lo definió como el “colapso físico o mental causado por exceso de trabajo o estrés”. Se caracteriza por desaliento corporal y psicológico, desmotivación, disminución de habilidades y destrezas, tendencia a cometer errores, menor capacidad de concentración y creatividad, insomnio, irritabilidad y eventualmente, ansiedad y depresión.

Inicialmente las manifestaciones del “burnout” hace años ya fueron reconocidas sobre todo en médicos y enfermeras que ejercen sus actividades en salas de cuidados intensivos o emergencias, particularmente. Sin embargo, en esta pandemia, los educadores se han sumado a este padecimiento. En este caso específico, los maestros han tenido que adaptarse al uso de diferentes plataformas digitales y por si esto fuera poco, de manera permanente deben estar atentos en la distancia para responder dudas o escuchar comentarios de sus estudiantes en todo momento.

Se ha verificado que esta situación se observa más que nada en los niveles primarios y secundarios. Los padres en situación de teletrabajo al permanecer en el hogar, atendiendo sus asuntos y apoyando a sus hijos en las tareas escolares, suponen que al permanecer en casa los maestros, no tendrían razón para no estar disponibles con el fin de ayudar a sus hijos en cualquier instante. A ello suma la preocupación de los propios mentores por el bajo rendimiento de algunos de sus alumnos, viéndose impotentes al no poder apoyarlos como hubiese sido su deseo, lo que desata un cuadro de ansiedad o depresión.

De ahí la importancia de tener muy en cuenta la salud mental que puede afectar a profesores, directivos e incluso estudiantes, para prepararlos psicológicamente frente a la actual crisis sanitaria. ¿Cómo evitarlo?

Diferentes centros de estudios como el Yale Center for Emotional Intelligence junto con el Collaborative for Social Emotional and Academic Learning (CASEL), detectaron dos posibles factores que ayudarían a proteger el estado emocional del maestro, médicos y estudiantes, evitando que sufran los síntomas del “burnout”. Primero, se recomienda a los maestros ser más comunicativos y compartir sus sentimientos y aflicciones, buscar consejos, sea con sus pares, directores o ejecutivos. Segundo, es importante contar en cada centro educativo con un profesional cercano que posea habilidades para manejar adecuadamente situaciones de estrés y sepa tratar mejor la relación docente-alumno o padre-alumno.

Es significativo considerar en estos tiempos de pandemia el enfoque en la salud mental no sólo de los educadores y estudiantes, como también administradores, preparados psicológicamente para el retorno a clases. Por tales circunstancias, las autoridades educativas de los tres niveles de gobierno y los colegios privados deberían tomar muy en cuenta este síndrome y apoyar al magisterio mediante el apoyo de profesionales capacitados en atender este tipo de patología, que se ha multiplicado en el mundo entero.



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