19 de marzo de 2023, 4:00 AM
19 de marzo de 2023, 4:00 AM


Bolivia vive un proceso de urbanización desde finales del 60 del siglo pasado, lo que ha resultado en que el 70,2% de la población viva en las ciudades y que en el área rural solo quede el 29,8 por ciento; el único departamento que tiene más población rural que urbana es Potosí con él 43,4%; Santa Cruz tiene el 84% de su población urbana. 

Sin embargo, durante el Gobierno del MAS se ha acentuado la tendencia a consolidar el fraude sistémico, a través de la sobre representación del área rural en desmedro del área urbana, donde tienen menos posibilidades de fraude electoral operativo y donde la clase media es más formada, mejor informada y tiene un nivel mayor de conciencia democrática.

Anteriormente era la Corte Electoral la que definía las circunscripciones territoriales, pero desde la Ley 421, del 7 de octubre de 2013, esta decisión pasó al Poder Legislativo, donde el MAS tiene mayoría absoluta desde el 2005 hasta hoy, y ha ampliado la representatividad de las circunscripciones rurales en desmedro de las urbanas.

Dos razones motivaron el cambio. El censo de 2012 mostraba que Santa Cruz era el departamento con mayor población, lo que significaba que debería tener la primera representación parlamentaria, cosa que no ocurre, ya que La Paz tiene 29 diputados y Santa Cruz 28. La otra razón es que necesitaban ruralizar las circunscripciones para garantizar mayoría o dos tercios del Parlamento. Estas decisiones políticas son una parte del fraude electoral aplicado por el MAS.

A eso se debe la negativa del MAS para realizar el censo que debió llevarse a cabo el 2022 y que se realizará en 2024, a fuerza del sacrificio del pueblo cruceño, en una protesta que duró 36 días. Sin embargo, nadie garantiza que los resultados se apliquen para el 2025; conocemos su poca afición a cumplir su palabra y honrar sus acuerdos.
Bolivia tiene un sistema parlamentario bicameral, compuesto por una Cámara de Senadores y otra de Diputados. La primera representa la unidad del territorio. En casi todos los países se elige por mayoría y minoría a los representantes; pero el MAS cambió la forma de elección en la Constitución para hacerlo porcentual, lo que le garantiza tener presencia nacional, aun siendo tercera o cuarta fuerza política en un departamento y en estas elecciones con muchas probabilidades de bordear la mayoría.

Los diputados son 130, de los cuales 60 son plurinominales, que se eligen con la lista del presidente, y 70 son uninominales: 63 circunscripciones uninominales y 7 circunscripciones indígenas ubicadas en zonas rurales. De las 63 circunscripciones, 27 son urbanas, cuando la población urbana es el 70,2% de la población, y 43 rurales incluyendo los 7 especiales indígenas, cuando la población rural es el 29,8% de la población.

Las zonas rurales y las circunscripciones indígenas favorecen mayoritariamente al MAS. Actualmente, de 7 circunscripciones especiales, el MAS ganó 6, con votaciones de entre 1.000 y 2.000 votos.

En las elecciones de 2020, el MAS sacó un 55,11% de votos; tiene un 58% de diputados y un 58% de senadores, pero ganó en 314 municipios, Creemos en 21 y Comunidad Ciudadana en 18. Si la oposición hubiera ido unida, los porcentajes de parlamentarios del MAS bajaban considerablemente, ya que la elección de diputados uninominales es por mayoría relativa.

El MAS tiene la ventaja normativa, un voto identitario y es el único partido político que tiene estructura y presencia nacional, más el apoyo internacional a través de recursos económicos y logísticos. Resulta muy difícil competir con ellos con las organizaciones políticas que tiene la ciudadanía democrática, que no son partidos organizados, solo funcionan en época electoral, y centran sus esperanzas opositoras en los comités cívicos y creen que la personalidad y el nombre de su candidato es condición suficiente para conseguir una victoria. ¡Qué equivocación más grande!
La identidad partidaria es fundamental para lograr la movilización de la militancia, la motivación de la ciudadanía y la convicción de un posible triunfo. Pondré como ejemplo los candidatos que se repiten desde el 2005 y que no ocultan sus deseos de competir el 2025. Tuto Quiroga, fue candidato con ADN, después de Podemos, luego del PDC; Doria Medina fue candidato del MIR, de Unidad Nacional y luego con Jeanine Áñez; Carlos Mesa fue candidato del MNR, luego del FRI y de Comunidad Ciudadana, Luis Fernando Camacho, candidato de UCS y del PDC con el nombre de Creemos. Hay aquí un doble error político y un negocio de los partidos que tienen sigla, los candidatos se desesperan por conseguir sigla para poder inscribirse y los partidos con sigla las venden o alquilan para continuar con su personería, lo que genera confusión en el votante, ya que, de una elección a otra, los candidatos cambian de partido y de sigla y arropados por el MAS se prestan para dividir el voto opositor.

La ciudadanía tiene más madurez que nuestros actuales políticos. Casi el 65% de la población reclama unidad de la oposición, los tiempos para el 2025 son largos, pero también son cortos; se necesita tomar decisiones de fondo, no podemos dejar que el MAS, que es una estructura mafiosa que tiene el manejo total del Estado, vuelva a ser gobierno el 2025. Eso significaría la consolidación definitiva de la dictadura, la decepción de la gente que todavía cree que el país se puede recuperar y el comienzo de un éxodo al igual que lo ocurrido en Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Primera vez que tenemos posibilidades reales y objetivas en unidad de lograr una victoria, la economía no está bien, tenemos un gobierno que no sabe gobernar, un líder de un partido que está desesperado por volver a ser presidente, un presidente que cree que es el elegido para otro periodo, un pueblo que está buscando alternativas de cambio y que tenemos que tener la capacidad de ofrecérselas.

No me vengan que debe ser un nuevo, que los viejos no sirven, que tiene que ser un camba, que tiene que ser un colla y otros argumentos superficiales. Las transiciones en política son en cámara lenta, no nos equivoquemos, corregir y enmendar errores es condición indispensable para avanzar, y solo avanzaremos si tenemos una sola candidatura de oposición, porque el posmasismo va a ser duro. Deshacer la dictadura no va a ser fácil, el 2019 el dictador huyó, pero su equipo político se encargó de dejar intacta la dictadura hasta su vuelta el 2020, el MAS es un opositor cruel y despiadado, pero si queremos vivir en libertad y en Bolivia es nuestra obligación derrotarlos en las urnas y recuperar la democracia y la justicia.