16 de noviembre de 2021, 5:00 AM
16 de noviembre de 2021, 5:00 AM

Un ensayo de bloqueo–ficción

Si bloqueamos para siempre, todos tendríamos que conseguirnos un trabajo cerca, a no mas de dos o tres kilómetros de distancia, o haríamos el trabajo en casa, como ya ha sucedido con la pandemia.

Si bloqueamos para siempre, nuestros niños tendrían que ir a colegios que estén a no mas de cuatro cuadras, pudiendo ir a pie o en bicicleta. Las escuelas tendrían que ser mas chicas pero en mayor cantidad.

Si bloqueamos para siempre, las mamás ya no podrían ir a mercados alejados. Desaparecerían los mercados gigantes actuales, los que tendrían que volverse mas pequeños y numerosos, y ya no serían atractivos para los ambulantes.

Si bloqueamos para siempre, ya no habría el gigantesco tráfico vehicular y los vecinos podrían recuperar sus calles, las bicis sustituirían en gran parte a los vehículos, mejorando mucho la calidad ambiental de la ciudad así como la salud de sus habitantes.

Si bloqueamos para siempre, en el atardecer, como hemos visto durante los bloqueos, los vecinos, los jóvenes los niños y los ancianos saldrían a la tranquila calle, sacarían sus sillas, sus bicicletas, su música, sus mesas y sus churrasqueras para compartir todos una forma de vida social que los bloqueos nos han hecho descubrir que necesitamos, que era el principal atractivo de los pueblos y que las grandes ciudades no planificadas han hecho desaparecer y ya no permiten.

Si bloqueamos para siempre, favoreceríamos muchísimo la producción familiar y artesanal de muchos productos cotidianos, incluyendo productos agrícolas pues los compradores serían los vecinos–amigos a los que vemos todas las tardes.

Por último, si bloqueamos para siempre, paradójicamente estaríamos avanzando a gran velocidad hacia lo que son los últimos planteamientos del urbanismo contemporáneo: la llamada “ciudad de los 15 minutos” que plantea la alcaldesa Hidalgo de París que consiste justamente en “fragmentar” las grandes ciudades en comunidades mas pequeñas de manera que todas las actividades urbanas puedan desarrollarse a pie o en bicicleta en un viaje del ciudadano de no mas de 15 minutos. Es la tendencia mundial.

También la tendencia llamada “o kilómetros” está en esta línea, planteando que tendríamos que consumir productos producidos a la menor distancia posible, mejor si en el barrio o en el propio lote, para disminuir el transporte inútil de mercaderías.

Ya en serio, ojalá que los paros nos sirvan para verificar que la ciudad que estamos construyendo no responde a las mas profundas necesidades y expectativas cotidianas de la gente, y que eventos extraordinarios como los paros muestran claramente las grandes falencias que están sin respuesta.

Fernando Prado Salmon es Urbanista

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