19 de abril de 2022, 4:00 AM
19 de abril de 2022, 4:00 AM

El resultado del censo de población y vivienda del 2012 estableció que el 58% de los bolivianos mayores de 15 años declararon no pertenecer a ninguno de los 36 pueblos indígenas, a más del dato de pertenencia, el mismo censo estableció que el 69% no se identificaba con ninguno de ellos. En el censo del 2001 el 62% de los bolivianos se auto-identificó como indígena, es decir, en 11 años, la población “no indígena” creció 21%. El entonces vicepresidente García Linera sacó de la manga una explicación curiosa; “en Bolivia, -dijo- hay dos clases de bolivianos: los bolivianos, y los bolivianos indígenas”. Poco tiempo después publicó un opúsculo titulado Identidad boliviana: nación, mestizaje y plurinacionalidad.

Un texto confuso y lleno de contradicciones argumentativas que finalmente termina analizando las identidades, cosa que técnicamente es correcto. Sostiene, empero, que el mestizaje como producto del contacto entre dos culturas es en el fondo “una ilusión ingenua y tramposa del mestizaje” dado que, al final, “todo mestizaje es una asimilación de unas identidades por otra (dominación)”.

 En otras palabras, la defensa que la sociedad boliviana hacía en su intento por lograr que la categoría mestizo fuera parte del censo, no era más –para García Linera- que una trampa que pretendía subyugar a los indígenas para dominarlos nuevamente, como había hecho –según él- el MNR y la Revolución Nacional, cuyo fin último fue construir en torno a la categoría en cuestión, “una propuesta política de clase pequeño-burguesa letrada y castellano hablante”. 

Se desprende de esto la naturaleza política que G. Linera reconoce en la inclusión del “mestizo” como una opción de respuesta censal.
El mestizaje supone, además –según G. Linera-  que las clases dominantes “al enriquecerse con el aporte de las otras identidades, el núcleo identitario persistente y dominante, les hace creer que es una nueva identidad” de donde desprende que “el mestizaje es un etnocidio y el resultado es un Estado monocultural confrontado con el resto de la sociedad plurinacional”.

La conclusión es, sin embargo, contraria a todos sus argumentos previos, según los cuales, “en sentido estricto, todos somos biológicamente mestizos, no existe un ser humano (enfatizo entre comillas) “sangre pura””.
¿Por qué García Linera reacciona de forma tan radical para negar la existencia de un mestizaje nacional que convive con las culturas indígenas? La respuesta salta a la vista; reconocer el mestizaje complota contra un proyecto político-estatal de naturaleza racial, etnitizar (o indianizar) el Estado supone negar la presencia mayoritaria de una sociedad que no se percibe indígena y que reivindica su carácter cultural mestizo.

El resultado censal que despertó en el 2012 la furia vicepresidencial era una negación empírica del proyecto estatal racializado que aún hoy pretende el MAS, y, en consecuencia, a los mestizos hay que borrarlos del espectro social y dejar (como por arte de magia) el espacio solo a aquellos que podían representar una expresión cultural indígena.  García Linera sostiene que “los 10 millones de habitantes que vivimos en este país somos bolivianos…pero unos son bolivianos aymaras, otros bolivianos quechuas, bolivianos guaraníes, bolivianos moxeños, trinitarios, urus, etc., y otros simplemente bolivianos”.

La negación de incluir en el próximo censo la categoría “mestizo” es, en este sentido, la garantía de que los “simplemente bolivianos” no puedan ejercer representación social y menos ejercicio del Poder. Este es para el MAS y sus ideólogos el verdadero motivo de su oposición tenaz a incluir esa opción de respuesta en el censo previsto para el próximo año. Temen que la verdadera sociedad civil, aquella que no se organizó desde el gobierno y la prebenda, la corrupción y el sometimiento, pueda reconocer su poder a través de los resultados censales, y que, eche por la borda un proyecto de Estado de naturaleza racista y discriminante. No se trata, en suma, de una categoría demográfica, se trata del dispositivo político e ideológico sin el cual, el MAS, queda resumido a una pésima versión tardía del MNR.

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