Una psicóloga aconseja liberar las emociones provocadas tal y como si se tratara de un familiar. Cinco etapas marcan el duelo para superar la despedida

26 de diciembre de 2022, 8:00 AM
26 de diciembre de 2022, 8:00 AM

Las mascotas ocupan un espacio importante en la vida de las personas. Se han convertido en compañeros de vida y dan un calor especial al hogar. En algunos casos, incluso, cumplen funciones terapéuticas.

La pérdida de la mascota provoca un enorme dolor, que puede requerir incluso terapia psicológica. Margarita Valdivia, psicóloga con 10 años de trayectoria, afirma que esta pérdida es tan válida como perder un familiar y evitar guardar emociones ayuda a superar esa realidad.

Los perros y los humanos llevan más de 30.000 años viviendo juntos. No es casualidad que se hayan convertido en los mejores aliados para las nuevas generaciones en un momento tan disruptivo. El confinamiento por el covid subió las cifras de adopción de animales en el mundo entre un 30 y 50% en el 2021, según organizaciones internacionales de protección a animales.

Los millennials son la generación denominada los “padres de los animales de compañía”. Es una generación marcada por sentimientos de protección, cuidado y afecto hacia los animales.  Para Valdivia esta tendencia hace que crezcan más las relaciones afectivas hacia los  animales de compañía, por ello una pérdida es un momento importante en la psiquis de las personas.

Como toda pérdida, ya sea de una persona o una mascota, demanda una etapa de duelo. Es parte de la salud mental, explica Valdivia, que compagina su profesión con la docencia en Unifranz. 

Este período de desconsuelo, tiene cinco etapas que cursar. La negación es una forma de defenderse ante el hecho ocurrido, apunta la psicóloga. La ira es otra etapa donde el doliente siente que ha ocurrido una injusticia y empieza a buscar culpables. Dentro del periodo de desconsuelo está la etapa de la negociación, cuando empieza a aceptar la situación de a poco, para pasar  la etapa de la presión donde hay tendencia al aislamiento y por último la aceptación. Estas etapas se pueden extender por un periodo de entre los 9 a 12 meses y requieren apoyo  externo.

¿Cómo ayudamos a una persona que tiene una pérdida?

“Todo dolor tiene el mismo valor,  por lo tanto no puede minimizarse, no criticar la emoción o expresión de la persona, hay que acompañarlas en sus momentos de tristeza. Los dolores humanos son significativos para las personas (...) hablar con ellas es importante” dice Valdivia.

La red de apoyo es una estructura que brinda contención a las personas que lo necesitan, es un conjunto social cercano al doliente. Las redes de apoyo social ofrecen sentimientos que refuerzan la autoestima, ayudan a manejar las emociones ante la muerte, permiten dar apoyo oportuno y estimular la expresión de sentimientos de tristeza y temor ante el futuro.

“Los familiares o amigos de la persona afectada son los más propensos a apoyar al doliente. Es importante que se acerquen para acompañar, motivar y hacerle sentir  que estamos para ella. Esto es importante porque la persona se siente acompañada, la persona decidirá si quiere hablar o no pero hay que hacerle sentir que estamos cerca para ayudar” recomienda Valdivia.

En esta etapa el rol del profesional psicólogo es importante, porque juega un rol neutral, no da juicios de valor, ayuda más bien a ser comprendido, asegura la experta.  Por eso la terapia es importante cuando le resulta difícil a la persona sobrellevar la pérdida de un ser querido, sea mascota o humano. Te ayuda a lidiar con todas las emociones que surgen, además de entender la situación.

La relación con las mascotas se ha fortalecido de tal manera  que se consideran como parte de la familia

No guardar emociones

El consejo de la psicóloga recomienda sentir y expresar las emociones porqué cumplen una función en el crecimiento personal. Sin ellas, se pierde la capacidad de supervivencia. Incluso reprimirlas puede causar enfermedades. Algunas emociones no solo producen malestar, también pueden activar el sistema nervioso autónomo y el endocrino.

Las emociones que se viven en esa etapa son la alegría, tristeza, miedo, ira, preocupación y reflexión. La primera está asociada al corazón; la tristeza a los pulmones, cuando ésta es duradera afecta en el pecho con sensación de pesadez, cansancio y depresión.  

Las emociones causan efectos físicos en el organismo, el miedo por ejemplo está relacionado con los riñones que a nivel psicosomático, paraliza y bloquea la energía renal, ansiedad, insomnio, sudor espontáneo y sequedad bucal.

La profesional asegura que la ira afecta directamente al hígado, hace subir la bilis y sus síntomas comunes son sabor amargo en la boca, ojos enrojecidos o amarillentos, cara y cuello sonrojados y dolores de cabeza; y por último la preocupación o reflexión que altera al bazo y páncreas, se manifiesta con una presión en el pecho y hombros, y la falta de respiración cuando la preocupación es constante.